En el vasto territorio de Coahuila, más que un plato, la fritada de cabrito es una oda al mestizaje cultural y gastronómico. Con más de 450 años de historia, este manjar representa la fusión de tradiciones españolas, árabes y sefardíes que se arraigaron en el noreste de México.
Originaria del platillo extremeño español conocido como chanfaina, la fritada de cabrito ha evolucionado para convertirse en un emblema de la cocina coahuilense. Este platillo, que combina la carne tierna de cabrito con una mezcla de especias del oriente, es una verdadera delicia para los paladares más exigentes.
La receta, cuidadosamente transmitida de generación en generación, es un testimonio vivo de la riqueza culinaria de la región. Desde la selección del cabrito de 21 a 28 días de nacido hasta el proceso de cocción lento y meticuloso, cada paso es crucial para obtener el sabor auténtico que caracteriza a esta delicia gastronómica.
Con ingredientes como orégano, mejorana, y tomate asado, la fritada de cabrito es una explosión de sabores que deleita los sentidos. Pero más allá de su exquisito sabor, este platillo representa la identidad y el orgullo de un pueblo que ha sabido preservar sus raíces culinarias a lo largo del tiempo.
En Coahuila, la fritada de cabrito no es solo un plato, es una experiencia que invita a explorar las profundidades de su historia y su cultura. Es un homenaje a aquellos primeros colonos que, con sus tradiciones y sabores, dejaron una huella imborrable en la cocina del noreste mexicano.