El oeste de Estados Unidos está en alerta ante la proliferación de una especie invasora de lombrices, más grande, más agresiva, activa y voraz que las pequeñas lombrices de tierra que viven en nuestras macetas. Se le conoce como lombriz saltarina o lombriz serpiente.
Su apodo de lombriz o gusano saltarín viene del hecho de que al ser atrapada puede contorsionarse violentamente y dar saltos de hasta 30 centímetros. Mientras que su alarmante nombre de lombriz serpiente se debe a que puede medir más de 20 centímetros y moverse rápidamente casi como una serpiente. Se reproducen por bipartición, perdiendo uno de sus extremos a través del cual crece un “clon” de la misma lombriz, por lo que rápidamente una sola lombriz se puede duplicar.
Fuera de que podría causarnos asco, la lombriz, cuyo nombre científico es Amynthas agrestis, no puede dañarnos directamente, sin embargo sí resulta perjudicial para los bosques de Norteamérica como nuestra Sierra Tarahumara (donde no ha sido reportada hasta la fecha). Ya que, al tratarse de una variedad mucho más grande, también consume mucho más de la materia vegetal que nutre el suelo de los bosques, empobreciéndolo.
Así que la lombriz serpiente le quita nutrientes al suelo, pero también espacios a las especies locales, hasta el punto de que aves que anidan en el suelo de los bosques pueden quedarse sin material para construir sus nidos. Así mismo, puede cambiar la composición química del suelo del bosque, volviéndolo más seco y dañando el equilibrio ecológico.
Especies invasoras
Las lombrices serpiente llegaron desde el siglo XIX al sureste de EU, a bordo de macetas importadas de Japón y Corea, de donde esta especie es originaria. Y en la actualidad, probablemente a causa del cambio climático, esta especie invasora se está expandiendo hacia el oeste.
De manera que las autoridades están en alerta y han recurrido a los incendios controlados como método para detener la expansión de esta especie tan agresiva para el medioambiente.
Desgraciadamente, gracias a la actividad humana en nuestro mundo hiperconectado, es cada vez es más frecuente encontrar especies prosperando en ecosistemas que no les corresponden, causando daños para las plantas y animales locales. Y con frecuencia, estos cambios pueden ser irreversibles, de manera que las especies invasoras pueden llevar a especies locales a la extinción.
En el norte de México, existen especies invasoras que han cambiado el paisaje y dañado a los frágiles ecosistemas locales y a la agricultura, como el caso del pasto ruso, algunas especies de aves y mamíferos que llegan principalmente a través de la frontera con Estados Unidos.
Nota originalmente publicada en: El Heraldo de Chihuahua
