/ lunes 9 de mayo de 2022

El Padrino | “Sí te caíste ayer, levántate hoy"

Mi estadía en ese centro llamado “Valle de los Pirineos” fue muy agradable hasta cierto punto, tenía compañeros que me conminaban a superarme, pero también había otros que no querían nada con su vida e invariablemente te invitaban a abandonar todo el progreso que se había logrado creo que si hubiera sido más inteligente me habría dado cuenta que lo que más podía yo llevarme de ese lugar eran las experiencias de los moribundos que relativamente eran aún muy jóvenes.

Pero que inevitablemente iban hacia una muerte anunciada dure tres meses en la ciudad de parras e hice amigos y me desintoxique un poco eso era una ventaja que debí haber aquilatado puesto que ya sin sustancias en el organismo se facilita la recuperación en gran manera recuerdo bien que en aquellos días estando internado se suscitó la muerte del hijo de un empresario lagunero muy conocido, a bordo de un Mustang nuevecito en la llamada glorieta de la muerte del boulevard diagonal reforma, accidente provocado por la inexperiencia, la euforia de la juventud y el alcohol, una experiencia muy fuerte para todas las familias laguneras pero no lo suficiente para mí que me quería comer el mundo a puños, fue al iniciar el año de 1995 que aconteció este lamentable suceso y que ninguna huella dejo en mi conciencia puesto que aquí se aplicó el dicho de que nadie aprende en cabeza ajena, desgraciadamente las cosas dejarían de ser ajenas a mí, poco a poco las experiencias fueron personales y acumule tanto sufrimiento a lo largo de los años que aun hoy me preguntó cómo fue que sobreviví al cataclismo de mi vida, recuerdo a mi padrino Martin expresar un compromiso con la vida, que decía: si vuelvo a beber con una mano sostendré la botella hacia mi boca y con la otra empuñare una pistola hacia mi frente puesto que sé que con volver a beber estaré también firmando mi sentencia de muerte, irónicamente algo así sucedió, unos pocos años después bebió y se accidento borracho lo que ocasionó su muerte.

Era el inicio de mi navegar por los internamientos y ya había visto muchas experiencias de peso, sin embargo, dice el dicho que nadie aprende en cabeza ajena y mi caso no sería la excepción, en la próxima ocasión les seguiré compartiendo aquí en La columna del padrino.

Correo: transmiteloac@hotmail.com

Mi estadía en ese centro llamado “Valle de los Pirineos” fue muy agradable hasta cierto punto, tenía compañeros que me conminaban a superarme, pero también había otros que no querían nada con su vida e invariablemente te invitaban a abandonar todo el progreso que se había logrado creo que si hubiera sido más inteligente me habría dado cuenta que lo que más podía yo llevarme de ese lugar eran las experiencias de los moribundos que relativamente eran aún muy jóvenes.

Pero que inevitablemente iban hacia una muerte anunciada dure tres meses en la ciudad de parras e hice amigos y me desintoxique un poco eso era una ventaja que debí haber aquilatado puesto que ya sin sustancias en el organismo se facilita la recuperación en gran manera recuerdo bien que en aquellos días estando internado se suscitó la muerte del hijo de un empresario lagunero muy conocido, a bordo de un Mustang nuevecito en la llamada glorieta de la muerte del boulevard diagonal reforma, accidente provocado por la inexperiencia, la euforia de la juventud y el alcohol, una experiencia muy fuerte para todas las familias laguneras pero no lo suficiente para mí que me quería comer el mundo a puños, fue al iniciar el año de 1995 que aconteció este lamentable suceso y que ninguna huella dejo en mi conciencia puesto que aquí se aplicó el dicho de que nadie aprende en cabeza ajena, desgraciadamente las cosas dejarían de ser ajenas a mí, poco a poco las experiencias fueron personales y acumule tanto sufrimiento a lo largo de los años que aun hoy me preguntó cómo fue que sobreviví al cataclismo de mi vida, recuerdo a mi padrino Martin expresar un compromiso con la vida, que decía: si vuelvo a beber con una mano sostendré la botella hacia mi boca y con la otra empuñare una pistola hacia mi frente puesto que sé que con volver a beber estaré también firmando mi sentencia de muerte, irónicamente algo así sucedió, unos pocos años después bebió y se accidento borracho lo que ocasionó su muerte.

Era el inicio de mi navegar por los internamientos y ya había visto muchas experiencias de peso, sin embargo, dice el dicho que nadie aprende en cabeza ajena y mi caso no sería la excepción, en la próxima ocasión les seguiré compartiendo aquí en La columna del padrino.

Correo: transmiteloac@hotmail.com