Sobre todo porque se cree que económicamente puede no resultar rentable para los involucrados, a una gran resistencia al cambio habrá de enfrentarse el proyecto que contempla sustituir por pequeños vehículos de carga motorizados los carromatos de tracción animal que se utilizan para el acarreo de escombros y otros desechos, de acuerdo con lo manifestado por la señora Norma Ayala Ríos, quien se ha dedicado a esta actividad junto con su familia desde hace más de 20 años.
En su opinión, resulta injusto que la medida se pretenda aplicar al parejo para todos los carromateros, y no sólo para aquellos que lamentablemente acostumbran maltratar a sus animales de trabajo, lo cual ella reprueba.
Asegura que ella cuida mucho al caballo y la yegua que son la fuerza de tracción de sus dos carritos de carga, porque reconoce que de ellos depende el sustento de su familia. “Yo me he quedado sin comer por darles a mis animales, porque sé que ellos me van a dar al otro día, y ellos no se pueden esperar, no son diferentes a uno, también sienten hambre”, destaca al repudiar nuevamente a quienes golpean, sobrecargan y explotan a sus animales.
Desafortunadamente, refiere, hay veces que deben pagar justos por pecadores, por lo que si las autoridades municipales se deciden a concretar el citado proyecto, no habrá más que tratar de acatarlo, aunque seguro habrá quienes terminarán por no aceptarlo, otros que aunque quieran no podrán invertir en la compra de los nuevos vehículos, y otros más que, como ella, nunca aprendieron a conducir un automóvil ni una motocicleta, y ya no podrían continuar en la misma actividad.
Doña Norma ve muy complicado que se pueda llegar a realizar el cambio que proponen las autoridades. Cree que resultará muy costoso primero comprar los “moto-carros” de carga; y luego, quienes sí lleguen a adquirirlos tendrán que comprar placas de circulación, pagar un a tenencia anual e invertir constantemente en combustible y en gastos de mantenimiento mecánico.
No niega que en principio la propuesta suena bien, pero si se revisa todo el costo que implica salen a la vista muchos inconvenientes en el aspecto económico, y es que “nuestros actuales carritos si se ponchan a veces no podemos ni arreglarlos, y menos cuando se descompone un balero o alguna otra pieza que se deba cambiar, porque a veces falta el trabajo”.
Dice que con algunos compañeros de trabajo ha comentado todo esto, y la mayoría están en contra de que se realice el cambio. Ella misma refiere que, si le dieran a escoger, preferiría quedarse como hasta ahora.
De hecho, no se ve dedicándose en un futuro a otra cosa que la forma de vida que aprendió de sus padres. “Mi papás nos llevaban cuando estábamos chicos en el carro, porque ellos se dedicaba a sacar la basura de la Soriana Colón hace muchos años. En ese tiempo yo tenía como 10 años, y después, cuando ellos murieron nosotros seguimos trabajando en lo mismo”, comenta.
Indica que también sus hermanos se dedican a ofrecer el mismo servicio de transporte que ella busca brindar diariamente al trabajar en equipo con su esposo y sus hijos, aunque a veces no ganen más que para comprar las dos pacas de pastura necesarias para alimentar a sus animales.
Cabe señalar que, según estimaciones, en las tres ciudades de la zona conurbada de La Laguna podría haber actualmente más de 250 carromatos de tracción animal, de los cuales cerca de 170 corresponden a Torreón.
