/ lunes 11 de enero de 2021

Rafael continúa con el legado familiar, reparar imágenes religiosas

En un pequeño taller, Rafael realiza su arte

Saltillo, Coahuila.- Desde hace 63 años, el Mercado Juárez está erguido en el corazón de la ciudad, sobreviviente de dos incendios ha dado pie a cientos de historias y legados familiares. Uno de estos es el de los artesanos, aquellos que con sus manos devuelven la vida a figuras religiosas que, con el tiempo o el descuido humano, ese que, sin saberlo, es despiadado hasta con la más mínima muestra de esperanza, han sufrido un infortunio.

Todos los días Rafael, o como todos lo conocen, Palomo, por su apellido, llega al mercado, abre su local en el segundo piso, en donde vende enseres, utensilios y figuras religiosas y comienza su jornada.

Pero a un costado, en un pasillo lleno de polvo, está el lugar en donde creció, en donde su padre le enseñó a trabajar. Es un pequeño taller en donde realiza reparaciones de imágenes religiosas que, aunque también las vende, son importantes para sus propietarios.

Su padre le enseñó el oficio, el arte, quien, a su vez, lo aprendió de su padre, el abuelo de Palomo, uno de los fundadores del mercado. Y sus hijos lo aprenderán de él, para que continúe el legado.

En el pasillo hay dos estantes, llenos de Santos, Niños Dios y demás figuras alabadas por los devotos. Al final una mesa de madera vieja, desgastada, se convierte en su lugar de trabajo.

Está llena de pintura, de solventes y de yeso, materiales con los que les da vida a esas figuras, invaluables para muchos, por el recuerdo o el cariño que se les da con los años.

La restauración es un arte poco valorado. “tiene su chiste, reparar los deditos, un bracito, darles el color, es complicado. Pero tenemos la experiencia, quedan bonitos.” dice sonriendo, antes de comentar que maneja los mejores precios, porque es algo que disfruta y le apasiona.

Pero, en sí, es un trabajo arduo, de más de ocho días, ya que hay que dejarlos secar, ver que queden bien, como nuevos. A veces el clima complica su labor, ya que si está frio, o húmedo, el manejo de los materiales se vuelve complicado.

Pese a que todo el año tiene reparaciones dice que con esta temporada aumenta el trabajo, por es cuando la gente, sobre todo adultos mayores, llegan en busca de su experiencia, de su sabiduría en el arte de reparar figuras.

Él espera que sus hijos continúen con esta profesión, que "está llena de fe y es nobleza", para que así la tradición familiar en el Mercado Juárez perdure por siempre.

Saltillo, Coahuila.- Desde hace 63 años, el Mercado Juárez está erguido en el corazón de la ciudad, sobreviviente de dos incendios ha dado pie a cientos de historias y legados familiares. Uno de estos es el de los artesanos, aquellos que con sus manos devuelven la vida a figuras religiosas que, con el tiempo o el descuido humano, ese que, sin saberlo, es despiadado hasta con la más mínima muestra de esperanza, han sufrido un infortunio.

Todos los días Rafael, o como todos lo conocen, Palomo, por su apellido, llega al mercado, abre su local en el segundo piso, en donde vende enseres, utensilios y figuras religiosas y comienza su jornada.

Pero a un costado, en un pasillo lleno de polvo, está el lugar en donde creció, en donde su padre le enseñó a trabajar. Es un pequeño taller en donde realiza reparaciones de imágenes religiosas que, aunque también las vende, son importantes para sus propietarios.

Su padre le enseñó el oficio, el arte, quien, a su vez, lo aprendió de su padre, el abuelo de Palomo, uno de los fundadores del mercado. Y sus hijos lo aprenderán de él, para que continúe el legado.

En el pasillo hay dos estantes, llenos de Santos, Niños Dios y demás figuras alabadas por los devotos. Al final una mesa de madera vieja, desgastada, se convierte en su lugar de trabajo.

Está llena de pintura, de solventes y de yeso, materiales con los que les da vida a esas figuras, invaluables para muchos, por el recuerdo o el cariño que se les da con los años.

La restauración es un arte poco valorado. “tiene su chiste, reparar los deditos, un bracito, darles el color, es complicado. Pero tenemos la experiencia, quedan bonitos.” dice sonriendo, antes de comentar que maneja los mejores precios, porque es algo que disfruta y le apasiona.

Pero, en sí, es un trabajo arduo, de más de ocho días, ya que hay que dejarlos secar, ver que queden bien, como nuevos. A veces el clima complica su labor, ya que si está frio, o húmedo, el manejo de los materiales se vuelve complicado.

Pese a que todo el año tiene reparaciones dice que con esta temporada aumenta el trabajo, por es cuando la gente, sobre todo adultos mayores, llegan en busca de su experiencia, de su sabiduría en el arte de reparar figuras.

Él espera que sus hijos continúen con esta profesión, que "está llena de fe y es nobleza", para que así la tradición familiar en el Mercado Juárez perdure por siempre.

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