Entre los personajes icónicos que se han quedado en el imaginario de los laguneros, uno se destaca por haber dejado en su haber miedo y violencia como pocos. Te contamos la historia de Lacho ‘El Feroz’, el pistolero que aterrorizó a La Laguna.
Allá por finales de los años ochenta, un hombre (y sus cómplices) sembraron el terror en toda La Laguna; se les achacan por lo menos 17 muertes y varios crímenes como: robo y secuestro; igual robaba gallinas y puercos, o atemorizaba a la población. Si buscamos en los registros que nos deja el pasado, como reportes, fotografías y notas periodísticas, nos encontraremos con algunos de sus delitos.
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Los crímenes de Lacho: ‘El Feroz’
El pistolero Lacho ‘El Feroz’ fue acusado de múltiples delitos, entre los que destacan los 17 homicidios a los que se le vinculan. Uno de estos fue a un joven de 23 años de edad llamado Julián Vega Meza, el cual murió tras una ráfaga de tiros a su vehículo cuando viajaba en compañía de su novia en la carretera Torreón-San Pedro.
Las investigaciones de aquel entonces, aseguraban que Lacho no trabajó solo y tenía por lo menos a tres personas más auxiliándolo… ¿Quién era Lacho: ‘El Feroz’?
Quién era Lacho ‘El Feroz’, pistolero de La Laguna
Su nombre verdadero era Ignacio Gómez Aguilar, y aunque su pasado no es tan conocido, se sabe por diversos testimonios que era originario de Matamoros, Coahuila. Se desempeñó como policía rural, donde hizo amistad con otros agentes y funcionarios, mismos que él asegura lo protegían.
Debido a sus múltiples delitos, entre los que figuraban robos del fuero común, secuestros y homicidios. Lacho fue calificado como un hombre peligroso, logrando que la entonces Policía Judicial del Estado de Coahuila, pusiera manos a la obra para encontrarlo y arrestarlo.
¿Cómo murió Lacho ‘El Feroz’?
Ignacio falleció debido a una volcadura durante una persecución en febrero de 1988. Los diarios anunciaban que quien mantuviera en vela a las autoridades y ocasionara temor en la ciudadanía, había fallecido después de un enfrentamiento donde fue acribillado: “El que a hierro mata a hierro muere”, fue lo que muchos se imaginaron tras conocer la noticia, otros, por su parte, no celebraban nada; creían que esta muerte solo era una pequeña parte de los problemas que había que atender.
“Ha muerto un asesino. Pero por más que buscamos alegrarnos no podemos. La lucha del bien contra el mal no termina con la muerte de este renombrado matón.” Escribía un reportero en un diario de la época, “hay mucho por hacer, para desterrar al criminal que nada caminan a nuestro alrededor dispuesto a clavar sus garras sobre nosotros o nuestra familias […] hay mucho que hacer antes de alegrarnos”.
Si bien su vida y actos estaban en la esfera pública, su muerte no fue así. Tras su fallecimiento, Lacho fue velado en su domicilio particular, con una escasa concurrencia, siendo solo sus familiares más cercanos quienes asistieron. Nadie sabe si se ofreció una misa en su honor, o siquiera si un sacerdote acudió para darle su última despedida.
Lo que sí se supo, fue que con su muerte, La Laguna cerró uno de sus momentos más complicados, cuando un hombre llamado Lacho atormentó a toda la región y cobró la vida de por lo menos 17 personas.