/ lunes 19 de junio de 2023

Mausoleo de Andrés Eppen: Un testimonio histórico olvidado en Torreón

Sus muros aún atestiguan los sucesos que marcaron la vida de este visionario personaje

En el pintoresco ejido El Coyote, situado en las tierras de Torreón, Coahuila, se esconde un tesoro histórico que pocos conocen: el mausoleo de Andrés Eppen. Este emblemático lugar guarda una parte importante de la historia de la región, y aunque en la actualidad se encuentra en el abandono, sus muros aún atestiguan los sucesos que marcaron la vida de este visionario personaje.

Andrés Eppen, junto con Federico Wulff, trazó los primeros planos de la ciudad de Torreón en su hacienda ubicada en el ahora ejido El Fénix, dentro del mismo ejido El Coyote. A finales del siglo XIX, "El Coyote" superaba en importancia al incipiente Torreón, pero la visión de Eppen cambió drásticamente el curso de la historia.

Carlos Castañón Cuadros, historiador de Torreón y quien fuera director del Archivo Histórico, destaca la vital importancia de la hacienda "El Fénix", cuyo nombre en alemán, "aschenborn", es el segundo apellido de Andrés Eppen. Desde esta hacienda, se sentaron las bases para la creación de lo que hoy conocemos como "La perla de La Laguna".

Lamentablemente, de la gran hacienda de antaño apenas quedan vestigios. Un Torreón de adobe y el escudo familiar son los únicos testigos mudos de aquel lugar. Parte de este terreno alberga actualmente oficinas del DIF que funcionan como casa de cultura, manteniendo viva la memoria de lo que una vez fue.

El mausoleo, construido especialmente para resguardar los restos de los descendientes del señor Andrés Eppen, se encuentra a pocos kilómetros de la antigua hacienda. Sin embargo, en la actualidad su estado de abandono es evidente, habiendo sido víctima de saqueos hace algunos años.

Caracterizado por su capilla con cúpula, una de las tres únicas en toda la región, el mausoleo se erige como un símbolo histórico en medio del olvido. Además, se le atribuye a Andrés Eppen la creación del Torreoncito más antiguo de la ciudad, el cual aún se encuentra en pie en el museo del algodón.

A más de 150 años de la llegada de Andrés Eppen a la región, su legado sigue presente en la historia de Coyote. Los habitantes de esta localidad lo recuerdan como el hombre que contribuyó a la construcción de su comunidad y que impulsó el crecimiento de Torreón.

La capilla que se encuentra en el panteón del ejido Coyote en Matamoros, data de 1900 y debería considerarse patrimonio histórico de la región. Sin embargo, su estado de deterioro es evidente y su acceso es sencillo, permitiendo que los residentes locales la dañen aún más.

Hasta el momento, no existe un proyecto por parte de las autoridades locales o estatales para restaurar esta construcción histórica. A pesar de contar con 32 criptas, el mausoleo ha sido víctima de profanaciones en el pasado, incluyendo la tumba de Andrés Eppen en 1975, cuando se supuso que contenía objetos de valor. Sin embargo, no se realizó ninguna investigación al respecto.

Don Tomás Aguilar Inugaray, encargado del mantenimiento del cementerio, relata que los restos de los sacerdotes Francisco A. Luna y Lucas Cervantes también fueron profanados debido a su cercanía con Andrés Eppen. Aunque se desconoce si los restos del influyente hacendado fueron trasladados a la ciudad de Torreón o simplemente desaparecieron, los restos de los sacerdotes permanecen en la iglesia local.

En 1989, las tumbas de las demás personas enterradas en el mausoleo también fueron profanadas. Los sacrílegos apilaron los restos humanos y les prendieron fuego, ocasionando graves daños a la estructura que presentaba pisos y ventanas de madera. Ante la inacción de las autoridades, una descendiente de Andrés Eppen, Ana María, consideró demoler el mausoleo, pero la comunidad local le suplicó que no lo hiciera.

En el pintoresco ejido El Coyote, situado en las tierras de Torreón, Coahuila, se esconde un tesoro histórico que pocos conocen: el mausoleo de Andrés Eppen. Este emblemático lugar guarda una parte importante de la historia de la región, y aunque en la actualidad se encuentra en el abandono, sus muros aún atestiguan los sucesos que marcaron la vida de este visionario personaje.

Andrés Eppen, junto con Federico Wulff, trazó los primeros planos de la ciudad de Torreón en su hacienda ubicada en el ahora ejido El Fénix, dentro del mismo ejido El Coyote. A finales del siglo XIX, "El Coyote" superaba en importancia al incipiente Torreón, pero la visión de Eppen cambió drásticamente el curso de la historia.

Carlos Castañón Cuadros, historiador de Torreón y quien fuera director del Archivo Histórico, destaca la vital importancia de la hacienda "El Fénix", cuyo nombre en alemán, "aschenborn", es el segundo apellido de Andrés Eppen. Desde esta hacienda, se sentaron las bases para la creación de lo que hoy conocemos como "La perla de La Laguna".

Lamentablemente, de la gran hacienda de antaño apenas quedan vestigios. Un Torreón de adobe y el escudo familiar son los únicos testigos mudos de aquel lugar. Parte de este terreno alberga actualmente oficinas del DIF que funcionan como casa de cultura, manteniendo viva la memoria de lo que una vez fue.

El mausoleo, construido especialmente para resguardar los restos de los descendientes del señor Andrés Eppen, se encuentra a pocos kilómetros de la antigua hacienda. Sin embargo, en la actualidad su estado de abandono es evidente, habiendo sido víctima de saqueos hace algunos años.

Caracterizado por su capilla con cúpula, una de las tres únicas en toda la región, el mausoleo se erige como un símbolo histórico en medio del olvido. Además, se le atribuye a Andrés Eppen la creación del Torreoncito más antiguo de la ciudad, el cual aún se encuentra en pie en el museo del algodón.

A más de 150 años de la llegada de Andrés Eppen a la región, su legado sigue presente en la historia de Coyote. Los habitantes de esta localidad lo recuerdan como el hombre que contribuyó a la construcción de su comunidad y que impulsó el crecimiento de Torreón.

La capilla que se encuentra en el panteón del ejido Coyote en Matamoros, data de 1900 y debería considerarse patrimonio histórico de la región. Sin embargo, su estado de deterioro es evidente y su acceso es sencillo, permitiendo que los residentes locales la dañen aún más.

Hasta el momento, no existe un proyecto por parte de las autoridades locales o estatales para restaurar esta construcción histórica. A pesar de contar con 32 criptas, el mausoleo ha sido víctima de profanaciones en el pasado, incluyendo la tumba de Andrés Eppen en 1975, cuando se supuso que contenía objetos de valor. Sin embargo, no se realizó ninguna investigación al respecto.

Don Tomás Aguilar Inugaray, encargado del mantenimiento del cementerio, relata que los restos de los sacerdotes Francisco A. Luna y Lucas Cervantes también fueron profanados debido a su cercanía con Andrés Eppen. Aunque se desconoce si los restos del influyente hacendado fueron trasladados a la ciudad de Torreón o simplemente desaparecieron, los restos de los sacerdotes permanecen en la iglesia local.

En 1989, las tumbas de las demás personas enterradas en el mausoleo también fueron profanadas. Los sacrílegos apilaron los restos humanos y les prendieron fuego, ocasionando graves daños a la estructura que presentaba pisos y ventanas de madera. Ante la inacción de las autoridades, una descendiente de Andrés Eppen, Ana María, consideró demoler el mausoleo, pero la comunidad local le suplicó que no lo hiciera.

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