/ jueves 5 de octubre de 2023

La ancestral unidad de la Comarca Lagunera

Toda potencia es débil

si no se mantiene unida.

Jean de la Fontaine

En los inicios del virreinato, a nuestra región se le identificaba como el “País de La Laguna” o “Provincia de La Laguna”, según relata la historia documentada por el Dr. Sergio Antonio Corona Páez (+), quien fuera cronista oficial de Torreón desde 2007 hasta su fallecimiento en 2017.

Sin embargo, el 21 de mayo del año de 1785, la Comarca Lagunera fue arbitrariamente dividida por disposiciones del rey Carlos III de España e integrada a dos jurisdicciones diferentes: una a territorio de Coahuila y la otra a Durango.

La separación de lo que hoy conocemos como La Laguna tuvo lugar hace 239 años en el Palacio de Aranjuez, España, por mandato del monarca, estableciéndose que una parte le correspondiera al gobernador de la Nueva Vizcaya, don Felipe Díaz de Ortega, mientras que la otra se añadía a la entonces Provincia de Coahuila, por así convenir a los intereses de la Corona y de los particulares de aquel entonces.

Profundizando en la historia de nuestra región, en el año de 1594, siendo en aquel entonces el monarca Felipe II, permitió a la orden religiosa de jesuitas que vinieran a evangelizar a los habitantes del “País de La Laguna”, mismo que posteriormente se le llamó “Provincia de La Laguna”.

Sin embargo, en 1598, al fundarse el asentamiento de Parras, la percepción de estos lugares se formalizó al erigirse la Alcaldía Mayor de “Parras, Laguna y Río de las Nazas”, en tanto que Antón Martín Zapata fue el primer “Justicia Mayor” de dicha jurisdicción.

Las misiones jesuitas de esta Provincia y Alcaldía Mayor, incluían Mapimí, San Juan de Casta (hoy León Guzmán), Cinco Señores (hoy Nazas) y otras poblaciones menores. Esta jurisdicción se ubicaba en la gobernación de la entonces Nueva Vizcaya.

Sin embargo, al unirse en matrimonio las familias de los marqueses de Aguayo y la de los condes de San Pedro del Álamo, durante el primer tercio del siglo XVIII, las posesiones de ambas alcurnias coincidieron con lo que hoy llamamos Comarca Lagunera de Coahuila y Durango.

“La administración de la producción agropecuaria de toda la región se llevó a cabo de manera unitaria e integral durante casi un siglo (según señaló en sus escritos el Dr. Corona Páez). Pasaban trabajadores con todo y su familia de uno a otro punto y se configuraron lazos y redes de parentesco en toda esta área.”

Y agrega el historiador en sus documentos que hoy rescatamos: “No fue sino hasta la reforma jurisdiccional y la creación de la Comandancia de las Provincias Internas, que la parte de la Comarca Lagunera ubicada al oriente del Río Nazas fue incorporada a la Provincia de Coahuila en 1787.”

“La perdurabilidad de la identidad lagunera es fácil de explicar tras haber investigado los antecedentes y el escrito denominado el “Padrón y Antecedentes Étnicos del Rancho Matamoros Coahuila en 1548”. Este libro demuestra que dentro del País de La Laguna había un constante flujo migratorio entre sus diferentes pueblos, haciendas y ranchos, por lo que la población tenía mucha consciencia de que este territorio era una sola entidad socio-económica.”

En la actualidad, desde mediados del siglo XX, se han hecho intentos por reunificar La Laguna de Coahuila y de Durango, pero sucede que para los gobiernos de uno y otro estado, califican esa idea como un movimiento separatista de graves inconvenientes e incluso como un acto de traición, según su punto de vista individual.

Y es lógico que así lo interpreten, pues nuestra Comarca Lagunera es un importantísimo polo de desarrollo, mismo que desde hace mucho tiempo ha contribuido al sostenimiento económico de Coahuila y de Durango.

Pero aún existen personas que luchan por la creación del nuevo Estado La Laguna, a cuyo proyecto se le identifica por el acrónimo ELLA, mismo que está actualmente “en sueños”, pero en cualquier momento “despierta” con igual o mayor ánimo.

Una de los laguneros sobresalientes del proyecto ELLA es Federico Sáenz Negrete, quien escribió unos sentidos versos en torno a La Laguna y a su propósito de llegar a constituirse en un Estado Libre y Soberano de nuestro país. A continuación la composición poética en referencia:

Somos el Estado de La Laguna

El Estado de La Laguna es necesidad urgente para México.


Somos un volcán desactivado,

tormenta amordazada,

huracán ninguneado,

terremoto congelado.


Por nuestras venas corren ríos secuestrados

que desembocan en lagunas olvidadas,

cuyo oleaje sigue acariciando a los fósiles eternos

petrificados en nuestra memoria.


Defendemos una reseca consciencia que nunca se agrieta,

lanzamos un grito que retumba en las montañas,

un susurro que araña las estrellas,

un lamento que enternece a los cardenches.


La Laguna existe y nunca se detendrá.

Reverbera en nuestro interior una violenta llamarada que busca la paz.

un sol contenido que busca amanecer,

torbellino inquieto que intenta su cauce.

La Laguna, esperanza productiva que estará ahí, latente,

esperando gobierne la cordura.


Mientras tanto...

Lucharemos hasta la última tolvanera.

Federico Sáenz Negrete.


¡Hasta la próxima!

Toda potencia es débil

si no se mantiene unida.

Jean de la Fontaine

En los inicios del virreinato, a nuestra región se le identificaba como el “País de La Laguna” o “Provincia de La Laguna”, según relata la historia documentada por el Dr. Sergio Antonio Corona Páez (+), quien fuera cronista oficial de Torreón desde 2007 hasta su fallecimiento en 2017.

Sin embargo, el 21 de mayo del año de 1785, la Comarca Lagunera fue arbitrariamente dividida por disposiciones del rey Carlos III de España e integrada a dos jurisdicciones diferentes: una a territorio de Coahuila y la otra a Durango.

La separación de lo que hoy conocemos como La Laguna tuvo lugar hace 239 años en el Palacio de Aranjuez, España, por mandato del monarca, estableciéndose que una parte le correspondiera al gobernador de la Nueva Vizcaya, don Felipe Díaz de Ortega, mientras que la otra se añadía a la entonces Provincia de Coahuila, por así convenir a los intereses de la Corona y de los particulares de aquel entonces.

Profundizando en la historia de nuestra región, en el año de 1594, siendo en aquel entonces el monarca Felipe II, permitió a la orden religiosa de jesuitas que vinieran a evangelizar a los habitantes del “País de La Laguna”, mismo que posteriormente se le llamó “Provincia de La Laguna”.

Sin embargo, en 1598, al fundarse el asentamiento de Parras, la percepción de estos lugares se formalizó al erigirse la Alcaldía Mayor de “Parras, Laguna y Río de las Nazas”, en tanto que Antón Martín Zapata fue el primer “Justicia Mayor” de dicha jurisdicción.

Las misiones jesuitas de esta Provincia y Alcaldía Mayor, incluían Mapimí, San Juan de Casta (hoy León Guzmán), Cinco Señores (hoy Nazas) y otras poblaciones menores. Esta jurisdicción se ubicaba en la gobernación de la entonces Nueva Vizcaya.

Sin embargo, al unirse en matrimonio las familias de los marqueses de Aguayo y la de los condes de San Pedro del Álamo, durante el primer tercio del siglo XVIII, las posesiones de ambas alcurnias coincidieron con lo que hoy llamamos Comarca Lagunera de Coahuila y Durango.

“La administración de la producción agropecuaria de toda la región se llevó a cabo de manera unitaria e integral durante casi un siglo (según señaló en sus escritos el Dr. Corona Páez). Pasaban trabajadores con todo y su familia de uno a otro punto y se configuraron lazos y redes de parentesco en toda esta área.”

Y agrega el historiador en sus documentos que hoy rescatamos: “No fue sino hasta la reforma jurisdiccional y la creación de la Comandancia de las Provincias Internas, que la parte de la Comarca Lagunera ubicada al oriente del Río Nazas fue incorporada a la Provincia de Coahuila en 1787.”

“La perdurabilidad de la identidad lagunera es fácil de explicar tras haber investigado los antecedentes y el escrito denominado el “Padrón y Antecedentes Étnicos del Rancho Matamoros Coahuila en 1548”. Este libro demuestra que dentro del País de La Laguna había un constante flujo migratorio entre sus diferentes pueblos, haciendas y ranchos, por lo que la población tenía mucha consciencia de que este territorio era una sola entidad socio-económica.”

En la actualidad, desde mediados del siglo XX, se han hecho intentos por reunificar La Laguna de Coahuila y de Durango, pero sucede que para los gobiernos de uno y otro estado, califican esa idea como un movimiento separatista de graves inconvenientes e incluso como un acto de traición, según su punto de vista individual.

Y es lógico que así lo interpreten, pues nuestra Comarca Lagunera es un importantísimo polo de desarrollo, mismo que desde hace mucho tiempo ha contribuido al sostenimiento económico de Coahuila y de Durango.

Pero aún existen personas que luchan por la creación del nuevo Estado La Laguna, a cuyo proyecto se le identifica por el acrónimo ELLA, mismo que está actualmente “en sueños”, pero en cualquier momento “despierta” con igual o mayor ánimo.

Una de los laguneros sobresalientes del proyecto ELLA es Federico Sáenz Negrete, quien escribió unos sentidos versos en torno a La Laguna y a su propósito de llegar a constituirse en un Estado Libre y Soberano de nuestro país. A continuación la composición poética en referencia:

Somos el Estado de La Laguna

El Estado de La Laguna es necesidad urgente para México.


Somos un volcán desactivado,

tormenta amordazada,

huracán ninguneado,

terremoto congelado.


Por nuestras venas corren ríos secuestrados

que desembocan en lagunas olvidadas,

cuyo oleaje sigue acariciando a los fósiles eternos

petrificados en nuestra memoria.


Defendemos una reseca consciencia que nunca se agrieta,

lanzamos un grito que retumba en las montañas,

un susurro que araña las estrellas,

un lamento que enternece a los cardenches.


La Laguna existe y nunca se detendrá.

Reverbera en nuestro interior una violenta llamarada que busca la paz.

un sol contenido que busca amanecer,

torbellino inquieto que intenta su cauce.

La Laguna, esperanza productiva que estará ahí, latente,

esperando gobierne la cordura.


Mientras tanto...

Lucharemos hasta la última tolvanera.

Federico Sáenz Negrete.


¡Hasta la próxima!