/ jueves 6 de enero de 2022

Rosaura, la enfermera que no se considera heroína y ama su vocación

Cuenta con 34 años desempeñando la profesión de enfermera y admite que ella no podría hacer otra cosa más que servir a las personas

Torreón, Coahuila.- Rosaura Sánchez Arredondo, con 34 años de servicio en el área de Enfermería del Sanatorio Español, no se considera una heroína ni salvadora. Durante casi un año estuvo atendiendo a pacientes Covid, a ella le tocó recibir al segundo paciente infectado en dicha institución de salud y considera como un milagro no haberse contagiado y poder compartir lo que vivió en medio de lo que ella considera una verdadera pesadilla para todo el mundo.

A dos meses de que se cumplan dos años de que estemos viviendo en medio de una pandemia mortal como lo ha sido el Covid y sus variantes, el personal que labora en las diversas áreas del sector salud tanto público como privado se ha caracterizado por ser humilde y modesto en cuanto a los reconocimientos que se les brindan. Ellos aceptan que solo han puesto un granito de arena para salvar a miles de vidas.

Rosaura Sánchez Arredondo lleva más de tres décadas desarrollando su vocación al servicio de los demás, en este caso en el sector salud de instituciones privadas. En mayo de 2020 a ella le tocó recibir al segundo paciente con Covid-19 en el hospital donde labora, para tristeza de la licenciada en Enfermería, el paciente no soportó las afectaciones y perdió la vida.

Foto: Cortesía

“Trabajando como enfermera tengo ya 34 años, siempre he trabajado en el mismo hospital, siempre hemos tratado con enfermedades difíciles, yo creo que todas son difíciles, pero esto de la pandemia sí vino a descomponer más el panorama porque cuando empezó todo esto, cuando estábamos escuchando las noticias en enero del 2020, estaba con una compañera y le dije ‘imagínate que la pandemia llegue acá, no me quiero imaginar porque no estamos preparados’. Yo creo que ningún hospital estaba preparado para manejar la situación así”, explicó.

Ante la inexperiencia de las instituciones sanitarias tanto del Estado como del sector privado de hacer frente a una emergencia sanitaria como el SARS-COV2, Rosaura admite que no se contaba con ninguna preparación en protocolos y lo que debería de implementarse.

“De hecho empezaron a llegar los pacientes y no teníamos protocolos, no sabías cómo, fue muy difícil, ha sido y es muy difícil, todavía llegan muchos casos. Hubo muchos pacientes graves y en el departamento donde yo estoy hay gente vulnerable, aun así le tuvimos que entrar con todo el equipo especial de protección, gracias a Dios en ese sentido nunca tuvimos carencias”, recalcó.

Rosaura Sánchez Arredondo, con 34 años de servicio en el área de Enfermería del Sanatorio Español, no se considera una heroína ni salvadora. / Foto: Nayeli Solorio | El Sol de La Laguna

Aunque la sociedad en general no alcance a dimensionar lo que significa portar un equipo de protección, para el personal de enfermería, como es el caso de Rosaura, es una situación difícil, para ella lo fue durante casi un año en el que llegó a perder peso porque resulta ‘titánico’ navegar con este protocolo que les impide ir al baño y tomar sus alimentos.

“Ya desde ahí es un suplicio traer el equipo de protección, el manejo de los pacientes, el hecho de que no puedas ir al baño, de que no puedas comer, de que es bien difícil que te entiendan los pacientes porque con el equipo ni si quiera puedes hablar bien, el hecho de que te estás muriendo de calor porque se te empañan los goggles. Ha sido muy duro y, sobre todo, la gente que se nos murió como familiares, pacientes y amigos”, reflexionó.

Tiene la esperanza de que esto se convierta como aquella reflexión del túnel que parece no tener salida, pero que al final se ve una luz de esperanza en la que se cifran todos los deseos de las personas de que esto “termine ya”.

Foto: Cortesía

Ella permaneció en el área Covid desde el mes de mayo del 2020 a diciembre del mismo año, no contrajo el virus pero lamentablemente un integrante de su familia murió a consecuencia de este mal, su suegro, “falleció lamentablemente en octubre del 2020, fue una pérdida muy dura para la familia”.

Entre todos los compañeros cercanos en el área donde Rosaura estuvo trabajando, recuerda que una enfermera de “Expulsión (Maternidad), era muy joven, apenas rebasaba los 30 años, se enfermó, estuvo muy complicado su caso, la enviaron al IMSS, no la alcanzaron a intubar, así de drástico y triste terminó este caso”, aclaró.

Durante la etapa más dura del Covid-19 la institución de salud privada habilitó un centro de atención especial para pacientes infectados, para pacientes intubados, “nos rebasó, llegamos a tener de 12 a 14 pacientes intubados. Fueron avanzando conforme los meses, se fue poniendo más peligroso el asunto, fue cuando hubo más defunciones, estaba ‘muy feo’, tenía capacidad para 18 pacientes, en el ‘hospitalito’ llegó a tener lista de espera para ingresar, fue una situación complicada para todos”, recordó.

Al paso del tiempo, Rosaura, reconoce que si volviera a nacer sería enfermera de nueva cuenta, ama su vocación de servicio, a unos años de cumplir cuatro décadas en el servicio admite que con la llegada de la vacuna antiCovid ha disminuido la letalidad pero los contagios se siguen incrementando.

Rosaura nos compartió, al margen del Día de la Enfermera, que nunca consideró la opción de retirarse de su profesión por temor a morir: “A mí nunca me pasó la idea por mi cabeza, aquí estamos para salir adelante, ya tenemos la tercera dosis de la vacuna, y solo nos queda pedirle a Dios que nos ayude”.

Torreón, Coahuila.- Rosaura Sánchez Arredondo, con 34 años de servicio en el área de Enfermería del Sanatorio Español, no se considera una heroína ni salvadora. Durante casi un año estuvo atendiendo a pacientes Covid, a ella le tocó recibir al segundo paciente infectado en dicha institución de salud y considera como un milagro no haberse contagiado y poder compartir lo que vivió en medio de lo que ella considera una verdadera pesadilla para todo el mundo.

A dos meses de que se cumplan dos años de que estemos viviendo en medio de una pandemia mortal como lo ha sido el Covid y sus variantes, el personal que labora en las diversas áreas del sector salud tanto público como privado se ha caracterizado por ser humilde y modesto en cuanto a los reconocimientos que se les brindan. Ellos aceptan que solo han puesto un granito de arena para salvar a miles de vidas.

Rosaura Sánchez Arredondo lleva más de tres décadas desarrollando su vocación al servicio de los demás, en este caso en el sector salud de instituciones privadas. En mayo de 2020 a ella le tocó recibir al segundo paciente con Covid-19 en el hospital donde labora, para tristeza de la licenciada en Enfermería, el paciente no soportó las afectaciones y perdió la vida.

Foto: Cortesía

“Trabajando como enfermera tengo ya 34 años, siempre he trabajado en el mismo hospital, siempre hemos tratado con enfermedades difíciles, yo creo que todas son difíciles, pero esto de la pandemia sí vino a descomponer más el panorama porque cuando empezó todo esto, cuando estábamos escuchando las noticias en enero del 2020, estaba con una compañera y le dije ‘imagínate que la pandemia llegue acá, no me quiero imaginar porque no estamos preparados’. Yo creo que ningún hospital estaba preparado para manejar la situación así”, explicó.

Ante la inexperiencia de las instituciones sanitarias tanto del Estado como del sector privado de hacer frente a una emergencia sanitaria como el SARS-COV2, Rosaura admite que no se contaba con ninguna preparación en protocolos y lo que debería de implementarse.

“De hecho empezaron a llegar los pacientes y no teníamos protocolos, no sabías cómo, fue muy difícil, ha sido y es muy difícil, todavía llegan muchos casos. Hubo muchos pacientes graves y en el departamento donde yo estoy hay gente vulnerable, aun así le tuvimos que entrar con todo el equipo especial de protección, gracias a Dios en ese sentido nunca tuvimos carencias”, recalcó.

Rosaura Sánchez Arredondo, con 34 años de servicio en el área de Enfermería del Sanatorio Español, no se considera una heroína ni salvadora. / Foto: Nayeli Solorio | El Sol de La Laguna

Aunque la sociedad en general no alcance a dimensionar lo que significa portar un equipo de protección, para el personal de enfermería, como es el caso de Rosaura, es una situación difícil, para ella lo fue durante casi un año en el que llegó a perder peso porque resulta ‘titánico’ navegar con este protocolo que les impide ir al baño y tomar sus alimentos.

“Ya desde ahí es un suplicio traer el equipo de protección, el manejo de los pacientes, el hecho de que no puedas ir al baño, de que no puedas comer, de que es bien difícil que te entiendan los pacientes porque con el equipo ni si quiera puedes hablar bien, el hecho de que te estás muriendo de calor porque se te empañan los goggles. Ha sido muy duro y, sobre todo, la gente que se nos murió como familiares, pacientes y amigos”, reflexionó.

Tiene la esperanza de que esto se convierta como aquella reflexión del túnel que parece no tener salida, pero que al final se ve una luz de esperanza en la que se cifran todos los deseos de las personas de que esto “termine ya”.

Foto: Cortesía

Ella permaneció en el área Covid desde el mes de mayo del 2020 a diciembre del mismo año, no contrajo el virus pero lamentablemente un integrante de su familia murió a consecuencia de este mal, su suegro, “falleció lamentablemente en octubre del 2020, fue una pérdida muy dura para la familia”.

Entre todos los compañeros cercanos en el área donde Rosaura estuvo trabajando, recuerda que una enfermera de “Expulsión (Maternidad), era muy joven, apenas rebasaba los 30 años, se enfermó, estuvo muy complicado su caso, la enviaron al IMSS, no la alcanzaron a intubar, así de drástico y triste terminó este caso”, aclaró.

Durante la etapa más dura del Covid-19 la institución de salud privada habilitó un centro de atención especial para pacientes infectados, para pacientes intubados, “nos rebasó, llegamos a tener de 12 a 14 pacientes intubados. Fueron avanzando conforme los meses, se fue poniendo más peligroso el asunto, fue cuando hubo más defunciones, estaba ‘muy feo’, tenía capacidad para 18 pacientes, en el ‘hospitalito’ llegó a tener lista de espera para ingresar, fue una situación complicada para todos”, recordó.

Al paso del tiempo, Rosaura, reconoce que si volviera a nacer sería enfermera de nueva cuenta, ama su vocación de servicio, a unos años de cumplir cuatro décadas en el servicio admite que con la llegada de la vacuna antiCovid ha disminuido la letalidad pero los contagios se siguen incrementando.

Rosaura nos compartió, al margen del Día de la Enfermera, que nunca consideró la opción de retirarse de su profesión por temor a morir: “A mí nunca me pasó la idea por mi cabeza, aquí estamos para salir adelante, ya tenemos la tercera dosis de la vacuna, y solo nos queda pedirle a Dios que nos ayude”.

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