San Juan de Sabinas, Coahuila.- En esta marcha ya no hubo llanto: el dolor se transformó en fuerzas para las viudas que siguen luchando para que llegue la justicia que anhelan, que claman y que exigen.
Hace trece años que la vida de las familias de 65 mineros cambió en San Juan de Sabinas; llegó la tragedia y el llanto.
Siguen recordando aquella madrugada del 19 de febrero de 2006, cuando sucedió el desastre minero de Pasta de Conchos, cuando colapsaron varios túneles de la mina de carbón operada por Grupo México.
A las viudas les acompañaron los mineros que participaron en este movimiento a 13 años de la explosión; van animados por vencer a sus adversarios y en el caso de Coahuila, consideran un gran avance que los opositores del Sindicato Democrático no hayan acudido a esta conmemoración.
De los 800 participantes en la marcha, sólo 100 fueron locales, viudas y familiares, 200 más eran mineros y ex mineros simpatizantes de la zona carbonífera de Napoleón Gómez Urrutia -líder del gremio y ahora también senador-. De Monclova apenas caminaron alrededor de 150, el resto eran foráneos movilizados por el Sindicato Minero Nacional.
Todos coinciden: quieren justicia, unos ven un rayo de esperanza para el rescate de los 65 cuerpos de sus familiares que permanecen enterrados en la mina; otros más esperan que los tribunales procedan legalmente contra los dueños del Grupo México y quienes los ayudaron a evadir la responsabilidad del homicidio industrial.
Otros más apelan a la justicia divina después de 13 años sin haber rescatado los cuerpos de sus esposos, hijos, hermanos y amigos.
El contingente de 800 mineros -de 90 secciones del Sindicato Minero Nacional- salió en punto de las 10 de la mañana de la escuela de Minería de San Juan de Sabinas, mejor conocido como Nueva Rosita; caminaron alrededor de media hora para después, a bordo de autobuses y vehículos, recorrer 17 kilómetros a la mina Pasta de Conchos, conmemoraron los 13 años de la explosión de la mina.
En unos meses podría iniciar el rescate
Cuando llegó el contingente a la mina encontró con un impresionante cerco de vigilancia de Fuerza Coahuila, una gran concentración de autobuses y vehículos de grupos sociales.
Ahí arribó el dirigente nacional del Sindicato Minero, Napoleón Gómez Urrutia, acompañado de varios de integrantes de su comité ejecutivo nacional y de su esposa, Oralia Casso.
Dentro de la mina se encuentra un nicho y una capilla donde el líder minero y el contingente montaron guardia de honor. Había ofrendas florales y recordaron a sus seres queridos con una misa.
El líder minero subió al templete junto con su esposa, el secretario de actas, Sergio Beltrán, Tomasita Almaguer, en representación de las viudas, los representantes de Steel Workers para Canadá, Ken Newmann, y Benjamin Davis, presidente de Internación Steel Worker en Estado Unidos.
Fue presentado por el ingeniero Fernando Acosta, de la organización social y el Partido Comunista Mexicano, que encabezó el intento de rescate y que demostró que las condiciones físicas del tiro donde se registró la explosión no eran como lo habían planteado los técnicos de la empresa Industrial Minera México.
En el exterior de la unidad minera se congregaron grupos de trabajadores de las diferentes secciones mineras, entre las que destacaron además de la sección 271 de Michoacán por su combatividad y número, las de Ciudad Sahagún, de Zacatecas y Monclova.
Napoleón Gómez Urrutia dijo que desde el Senado entablaron largas pláticas con la Secretaría de Gobernación para usar medidas jurídicas e iniciar con el rescate de los cuerpos de los 65 mineros, apoyados con otras dependencias federales y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, lo que sería el cumplimiento de la promesa que hizo Andrés Manuel López Obrador, cuando andaba en campaña rumbo a la Presidencia, aquel 4 de abril de 2018, cuando aseguró que buscaría la reconciliación entre los mineros y los dueños de las empresas, como Germán Larrea, Alberto Baillères y Alonso Ancira.
Gómez Urrutia confió en que a más tardar en tres meses se pueda dar inicio a la planeación técnica y operativa del rescate.
Aseguró que ya se presentaron proyectos técnicos encabezados por el ingeniero Fernando Acosta, quien demostró que se falseó la información de los estudios presentados por empresas internacionales y de supuestos profesionales sobre el estado y riesgos para seguir el rescate.
Lucha en los tribunales
De los ataque que sufre él y el Sindicato Minero, dijo que sólo basta ver la cantidad de desplegados firmados por sindicatos “charros”, como el Democrático, que desde noviembre de 2018 perdió su registro, lo que demuestra que fueron inventos de empresarios como Alonso Ancira y German Larrea, de que no se pueden rescatar los cuerpos de los mineros enterrados.
Dijo que seguirán los procesos judiciales necesarios para demostrar que sus detractores falsean información, compran conciencias de funcionarios para sus perversos planes de seguir controlando y sometiendo a sus trabajadores mediante esos sindicatos “charros”.
Explicó él y el sindicato defenderán a la industria siderúrgica, la minería, el empleo, pero siempre y cuando se respeten los derechos de los trabajadores, con lo que mandó un mensaje a sus enemigos acérrimos Alonso Ancira, de Altos Hornos de México, y German Larrea. de Grupo México, y demás empleados enquistados en el gobierno, que por ellos no meterán las manos, pues han hecho mucho daño al país y a sus trabajadores y sus familias.
El dirigente nacional minero recordó la persecución de que fue objeto por el gobierno de Vicente Fox Quezada y después por el de Felipe Calderón Hinojosa, misma que también permitió Enrique Peña Nieto, todos sumisos al financiamiento de Germán Larrea, presidente del Grupo Minero México.
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Agregó que así como en Pasta de Conchos dejaron morir y abandonaron a los mineros que laboraban cuando se dio la explosión, también el Grupo Minero México mata lentamente a la población de Sonora, donde envenena las aguas con sus desechos de ácidos, lo que ya no debe permitirse, debe castigarse y reparar los daños tanto ambientales como a las familias de quienes han muerto.
Recordó que en el intento del Grupo Minero México y los gobiernos panistas y priistas por evitar que se castigue el homicidio industrial, han recurrido a toda clase de engaños, a comprar voluntades, como el involucramiento del exgobernador de Coahuila, Rogelio Montemayor, que simularon haber comprado los terrenos de la mina colapsada junto con la planta lavadora que se ubica a un lado, para desalojar a los rescatistas.
En este mismo escenario, donde ahora hay desolación y caras de tristeza que exigen justicia, hace 13 años, horas después de la tragedia, comenzó también la persecución del líder minero que lo llevo al autoexilio.
Sin embargo, la justicia no ha llegado para las familias de los 65 mineros que murieron mientras trabajaban para llevar el pan a las mesas de sus hogares.
