/ miércoles 10 de junio de 2020

Éxodo de tarahumaras; les ha pegado la falta de empleo

Presidencia sin olvidarse de ellos

Gómez Palacio, Durango. - La mayoría de los tarahumaras asentados en Gómez Palacio emigraron, algunos por la falta de empleo, por ejemplo de la albañilería, mientras que para otros el extremoso calor seco también les obligó retornar a la Sierra Madre Occidental, de donde la mayor parte es originaria.

Cierto, la emergencia sanitaria, como a otros sectores, afectó su economía y más por el clima que se vive, pues para sobrevivir un gran número de ellos tejen cobijas para vender, difícil de comprar en verano.

En este municipio se calculó que hubiese asentadas 45 familias de cuatro o cinco miembros cada una, distribuidas en el Fraccionamiento Santa Rosalía, Casa Blanca y en las colonias Morelos y Leticia Herrera de Gómez Palacio.

De cuando menos 220 tarahumaras, sigue aquí alrededor una cuarta parte de acuerdo a la apreciación de Desarrollo Social, departamento encargado de llevarles la ayuda social en tiempos de crisis económica, ya que difícilmente se pueden acercar a los automovilistas o peatones a solicitar su clásico kórima, pues un posible contagio por Covid-19 es el principal impedimento.

La presidenta municipal Marina Vitela Rodríguez, no se olvidó de este grupo rarámuri, al que estuvo llevándole tortillas, leche, huevos, despensas, kits de limpieza y frijol, pues sabía que de algunos 50 o 55 tarahumaras, el 80 por ciento no podía acceder a ingresos para subsistir, entre ellos 12 menores de edad, y por necesidad tenían que alimentarse.

Los integrantes de este linaje valiente, se caracterizan por ser los más respetuosos del mundo y callados. Saben conservar sus tradiciones, pero eso sí, con alegría interna que es el pilar de su vida.

La presidenta municipal no los olvida y su preocupación han sido ellos, porque afirma que como grupo indígena o tribu milenaria, son parte de la civilización y es de humanos ayudar al semejante, de ahí que también lleve pañales a los pequeños y los artículos prioritarios para sobrevivir, porque también la pandemia les pegó

Los Tarahumaras se dedican a la agricultura, a la caza y a la artesanía, aunque también elaboran violines, arcos tambores, cesto para las tortillas y cobijas entretejidas, lo que difícilmente pueden colocar en las calles o en los hogares, porque también están impedidos a deambular para evitar posibles riesgos de contagio.

“Su principal alimento es el maíz”, dice José, quien nos dio el Kuiraba (buenos días). Además de comentar que de ahí fabrican pinole, atole y otra bebida llamada teswino que se sirve en guajes.

Se les identifica de inmediato por su vestimenta, pues desde lejos resaltan por su indumentaria de colores fuertes, chillante o llamativa, brillantes, con estampados y floreados.

Son parte de la cultura de México y son católicos, aunque algunos practican el chamanismo, además de que adoran, la luna, el sol, las serpientes y las piedras y acuden a la ceremonia del peyote como ritual o danza rarámuri.

Se calcula que en Chihuahua y Durango haya algunos 121 mil 835 de acuerdo a los últimos datos geográficos. Sin embargo, en Gómez Palacio, donde era privilegio observarlos, poco a poco se va quedando sin ellos, porque la emergencia sanitaria también les afectó ya que vivían de la albañilería y pintura, oficios que siguen varados por falta de circulante.

Puede ser también que por ello regresaron a la Sierra y en este sentido, el director de Desarrollo Social, César Yahir Vitela García, dijo que ellos siempre fueron prioridad de la alcaldesa, quien jamás los descuidó y quizá sean otras circunstancias las que los obligaron a emigrar.

Rarámuri: corredor a pie. Rará (pie), muri (correr).

Kuiraba: buenos días.

DATO

Más de 220 tarahumaras vivían en Gómez Palacio y solo se aprecia hoy en día una cuarta parte

Gómez Palacio, Durango. - La mayoría de los tarahumaras asentados en Gómez Palacio emigraron, algunos por la falta de empleo, por ejemplo de la albañilería, mientras que para otros el extremoso calor seco también les obligó retornar a la Sierra Madre Occidental, de donde la mayor parte es originaria.

Cierto, la emergencia sanitaria, como a otros sectores, afectó su economía y más por el clima que se vive, pues para sobrevivir un gran número de ellos tejen cobijas para vender, difícil de comprar en verano.

En este municipio se calculó que hubiese asentadas 45 familias de cuatro o cinco miembros cada una, distribuidas en el Fraccionamiento Santa Rosalía, Casa Blanca y en las colonias Morelos y Leticia Herrera de Gómez Palacio.

De cuando menos 220 tarahumaras, sigue aquí alrededor una cuarta parte de acuerdo a la apreciación de Desarrollo Social, departamento encargado de llevarles la ayuda social en tiempos de crisis económica, ya que difícilmente se pueden acercar a los automovilistas o peatones a solicitar su clásico kórima, pues un posible contagio por Covid-19 es el principal impedimento.

La presidenta municipal Marina Vitela Rodríguez, no se olvidó de este grupo rarámuri, al que estuvo llevándole tortillas, leche, huevos, despensas, kits de limpieza y frijol, pues sabía que de algunos 50 o 55 tarahumaras, el 80 por ciento no podía acceder a ingresos para subsistir, entre ellos 12 menores de edad, y por necesidad tenían que alimentarse.

Los integrantes de este linaje valiente, se caracterizan por ser los más respetuosos del mundo y callados. Saben conservar sus tradiciones, pero eso sí, con alegría interna que es el pilar de su vida.

La presidenta municipal no los olvida y su preocupación han sido ellos, porque afirma que como grupo indígena o tribu milenaria, son parte de la civilización y es de humanos ayudar al semejante, de ahí que también lleve pañales a los pequeños y los artículos prioritarios para sobrevivir, porque también la pandemia les pegó

Los Tarahumaras se dedican a la agricultura, a la caza y a la artesanía, aunque también elaboran violines, arcos tambores, cesto para las tortillas y cobijas entretejidas, lo que difícilmente pueden colocar en las calles o en los hogares, porque también están impedidos a deambular para evitar posibles riesgos de contagio.

“Su principal alimento es el maíz”, dice José, quien nos dio el Kuiraba (buenos días). Además de comentar que de ahí fabrican pinole, atole y otra bebida llamada teswino que se sirve en guajes.

Se les identifica de inmediato por su vestimenta, pues desde lejos resaltan por su indumentaria de colores fuertes, chillante o llamativa, brillantes, con estampados y floreados.

Son parte de la cultura de México y son católicos, aunque algunos practican el chamanismo, además de que adoran, la luna, el sol, las serpientes y las piedras y acuden a la ceremonia del peyote como ritual o danza rarámuri.

Se calcula que en Chihuahua y Durango haya algunos 121 mil 835 de acuerdo a los últimos datos geográficos. Sin embargo, en Gómez Palacio, donde era privilegio observarlos, poco a poco se va quedando sin ellos, porque la emergencia sanitaria también les afectó ya que vivían de la albañilería y pintura, oficios que siguen varados por falta de circulante.

Puede ser también que por ello regresaron a la Sierra y en este sentido, el director de Desarrollo Social, César Yahir Vitela García, dijo que ellos siempre fueron prioridad de la alcaldesa, quien jamás los descuidó y quizá sean otras circunstancias las que los obligaron a emigrar.

Rarámuri: corredor a pie. Rará (pie), muri (correr).

Kuiraba: buenos días.

DATO

Más de 220 tarahumaras vivían en Gómez Palacio y solo se aprecia hoy en día una cuarta parte

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