/ martes 6 de agosto de 2019

El hombre bien vestido que asusta en La Jabonera

Leyendas urbanas en Gómez Palacio; desde hace más de 25 años que lo siguen viendo

Las ruinas de la Jabonera La Esperanza que, aunque remozadas, se han convertido en una leyenda urbana por los relatos que de ahí emanan, para algunos inverosímiles, para otros como hechos naturales, pero lo cierto es que enriquecen y que forman parte del folclor contemporáneo.

Hace más de 25 años, se aparece un hombre bien vestido que asemeja un rico hacendado, que bien pueden reclamar sus tierras o un tesorero que ahí enterraron sus ancestros o bien alguno que enterraron los revolucionarios de Francisco Villa, pero mientras lo encuentra, de acuerdo a la leyenda, desde antes de que existiera la Jabonera, en donde se fabricaban aceites, jabón o lejía, los trabajadores oían voces en lo largo de la Jabonera.

Otros escuchaban que los llamaban, otros ruidos y los más osados, lo llegaron a ver deambulando por todas las instalaciones como si buscará algo en los rincones de las entonces bardas de adobe y ladrillo, no obstante, el miedo podía más que valentía y otros tras salir corriendo ese día prefirieron renunciar al siguiente, porque el fantasma había hecho de su guarida la Jabonera hoy remozada y convertido en Parque, luego que el empresario y accionista mayor Carlos Acosta, perdió el litigio antes sus trabajadores, tras un paro que luego se convirtió en huelga para ya no abrir más.

Entrevistado al respecto el cronista de la Ciudad, Don Manuel Ramírez, dijo que efectivamente esta leyenda urbana data años atrás, “quizá 25 ó 30 años en que el hombre bien vestido estilo los años 40, algo busca y por ello por las noches-madrugadas aprovecha para buscar lo que perdió, pero que hasta el momento no dice que es, de acuerdo a quienes les ha tocado verlo”.

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Cuenta la leyenda que los anteriores jaboneros le oían pero que solo balbuceaba, que se le oía una voz entrecortada, mientras que las nuevas generaciones a los que le tocó velar cuando la huelga, también veían su figura a lo lejos, la cual asemejaba traer un sombrero fino color negro.

También se aparece un enano que se ríe tras pelar los dientes/Verónica Salinas.

Muchos se han asustado, otros lo han seguido, pero cuando están a punto de alcanzarle, se difumina en la oscuridad o se perdía en aquellos frondosos árboles que daban vida a la Jabonera La Esperanza. Otros osados pecaban de valentía, de acuerdo a los testigos, pero que cuando lo veían huían despavoridos, que porque traía los ojos rojos.

También se hablaba de la presencia de un enano que corría a los novios que se metían a la Jabonera aprovechando la entrada que conectaba con el Fraccionamiento El Bosque. Salía entre los arbustos crecidos y pelaba los dientes para después reír y correr. De ello hay varias versiones de santarroseños (colonia Santa Rosa), quienes hoy están felizmente casados y hasta abuelos, son, porque el enano, el que también dicen se iba a las vías del ferrocarril a jugar con las piedras negras, pulula desde los años 70.

Versiones exageradas o distorsionadas, han hecho de ello una creencia popular, otros lo presentan como hecho real o bien emparentable con una superstición, pero la realidad que este tipo de sucesos sobrenaturales ciertos o no, dan vida al entorno populachero y que se convierte en una cadena de palabrerías a la que le van aumentado otras leyendas urbanas, pero que al fin de cuentas es lo que gusta.

Pues habremos de tratar de encontrar a los actores de ese tiempo para que nos den su versión y así, poder continuar con este tipo de narrativas urbanas, con las tradiciones de los antepasados, para otros consideradas como oscuras o patrañas, pero como en la viña del Señor, de todo hay.

Las ruinas de la Jabonera La Esperanza que, aunque remozadas, se han convertido en una leyenda urbana por los relatos que de ahí emanan, para algunos inverosímiles, para otros como hechos naturales, pero lo cierto es que enriquecen y que forman parte del folclor contemporáneo.

Hace más de 25 años, se aparece un hombre bien vestido que asemeja un rico hacendado, que bien pueden reclamar sus tierras o un tesorero que ahí enterraron sus ancestros o bien alguno que enterraron los revolucionarios de Francisco Villa, pero mientras lo encuentra, de acuerdo a la leyenda, desde antes de que existiera la Jabonera, en donde se fabricaban aceites, jabón o lejía, los trabajadores oían voces en lo largo de la Jabonera.

Otros escuchaban que los llamaban, otros ruidos y los más osados, lo llegaron a ver deambulando por todas las instalaciones como si buscará algo en los rincones de las entonces bardas de adobe y ladrillo, no obstante, el miedo podía más que valentía y otros tras salir corriendo ese día prefirieron renunciar al siguiente, porque el fantasma había hecho de su guarida la Jabonera hoy remozada y convertido en Parque, luego que el empresario y accionista mayor Carlos Acosta, perdió el litigio antes sus trabajadores, tras un paro que luego se convirtió en huelga para ya no abrir más.

Entrevistado al respecto el cronista de la Ciudad, Don Manuel Ramírez, dijo que efectivamente esta leyenda urbana data años atrás, “quizá 25 ó 30 años en que el hombre bien vestido estilo los años 40, algo busca y por ello por las noches-madrugadas aprovecha para buscar lo que perdió, pero que hasta el momento no dice que es, de acuerdo a quienes les ha tocado verlo”.

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También se aparece un enano que se ríe tras pelar los dientes/Verónica Salinas.

Muchos se han asustado, otros lo han seguido, pero cuando están a punto de alcanzarle, se difumina en la oscuridad o se perdía en aquellos frondosos árboles que daban vida a la Jabonera La Esperanza. Otros osados pecaban de valentía, de acuerdo a los testigos, pero que cuando lo veían huían despavoridos, que porque traía los ojos rojos.

También se hablaba de la presencia de un enano que corría a los novios que se metían a la Jabonera aprovechando la entrada que conectaba con el Fraccionamiento El Bosque. Salía entre los arbustos crecidos y pelaba los dientes para después reír y correr. De ello hay varias versiones de santarroseños (colonia Santa Rosa), quienes hoy están felizmente casados y hasta abuelos, son, porque el enano, el que también dicen se iba a las vías del ferrocarril a jugar con las piedras negras, pulula desde los años 70.

Versiones exageradas o distorsionadas, han hecho de ello una creencia popular, otros lo presentan como hecho real o bien emparentable con una superstición, pero la realidad que este tipo de sucesos sobrenaturales ciertos o no, dan vida al entorno populachero y que se convierte en una cadena de palabrerías a la que le van aumentado otras leyendas urbanas, pero que al fin de cuentas es lo que gusta.

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