Saltillo, Coahuila. - Más del 35 por ciento de los mexicanos son pobres,37.5 millones, mientras, que el 15 por ciento, 18 millones 750 personas, viven en la pobreza extrema, apuntó Marcelo Torres Cofiño, presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado.
Lo anterior al inaugurar el Cuarto Congreso de Filosofía “Pobreza: Origen y Desarrollo”, en el salón de sesiones del Palacio Legislativo, donde participan especialistas en el tema de diversas ´partes del país.
Comentó que estas cifras corresponden al estudio sobre la pobreza en México realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL).
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Precisó que desgraciadamente en México estos números crecen de manera alarmante, en vez de disminuir, y que pareciera que se va en un viaje de regreso al pasado, debido a al aislamiento internacional del país y por políticas públicas internas basadas en ideas viejas y fracasadas.
“Pero también vamos por el camino de una pobreza cultural al retirarse las becas a los artistas nacionales. Además de una intelectual, al eliminarse los apoyos a científicos y estudiantes destacados.
“Además enfrentamos una sólida transición de la austeridad al austericidio, por la equivocada concepción de la austeridad que lleva al país y a los mexicanos a la miseria”, externó.
Apuntó que la obsesión neoliberal por el ahorro, torpemente implementada, sobre todo en áreas sensibles como el Sistema de Salud, conducen al actual Gobierno Federal, a la sustitución del gobierno de personas, por la administración de las cosas.
Ante esta situación, Torres Cofiño, afirmó que no basta con tener el derecho de mandar, porque hay que tener en verdad la capacidad intelectual y profesional de ejercer bien ese puesto, y la rectitud moral necesaria para hacerlo. “Es decir, el respeto fundamental a la dignidad y a los derechos humanos, mediante la justicia como mínimo, y el amor al prójimo como plenitud”.
Indicó que al hablar sobre pobreza y desigualdad económica se debe de abordar bajo una óptica crítica, sistemática y realista. Pero también bajo la premisa solidaria, de que lo que le suceda a nuestro prójimo no debe sernos indiferente.
“Así, las instituciones y sus funcionarios deben atender los reclamos de justicia y de igualdad con una actitud comprensiva y sensible frente a los marginados, y acompañar las causas de los más desfavorecidos implementando, cada una desde su vocación, una política social agresiva para abatir los índices de pobreza”, enfatizó.