/ miércoles 10 de mayo de 2023

‘A usted le damos un feliz día de las madres; a papá no hay ni una tumba donde llorarle’

Consuelo ha tenido que sacar adelante a sus hijos tras la desaparición de su marido

Una vez su hijo de 14 años de edad se paró frente a Consuelo y le dijo que no iría a la secundaria porque no tenía zapatos, después comentó que había encontrado la solución recogiendo unos tenis negros que el vecino había dejado en la basura.

“¿Sabe qué hice?: Empeñé mi celular porque sentí que mi corazón se oprimió. A veces mis hijos dicen: ‘Tenemos hambre’. A veces comemos y lo poco que hay se lo dejo a mis hijos para que ellos coman, tengo miedo de que algo malo les vaya a pasar”.

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Consuelo Esmeralda Cruz García ha tenido que vivir sola con seis hijos pequeños, a su esposo Apolinar Mendiola López unos Policías Estatales lo desaparecieron la tarde del 9 de junio de 2013.

Aquella tarde a Consuelo le dolía mucho la cabeza porque padece de migraña, sólo mitigaba el dolor con menta fresca que recolectaba en el monte. Subieron a la camioneta Blazer 1985 y su esposo manejó en compañía de sus 5 hijos a pocos kilómetros de la ciudad, Consuelo estaba embarazada.

Cuando habían recolectado la suficiente menta, decidieron regresar a casa y en el camino fueron interceptados por oficiales de la policía élite del Estado de Coahuila. Ellos dijeron que Apolinar, de 33 años de edad, los había estado siguiendo. Él abrazó a su hijo que entonces tenía 3 años de edad y los policías se lo quitaron de los brazos.

Todo se volvió un caos, el niño fue cargado por Consuelo, a Apolinar lo empezaron a golpear y amenazaron con llevarse también a otro hijo que entonces estudiaba en secundaria.

Los policías se llevaron a su esposo ensangrentado, ella y sus hijos lograron subir a un autobús de turismo que los rescató de la carretera. Lo más extraño es que al transcurso de los días, todos y cada uno de los documentos oficiales de su esposo, como registro de nacimiento, INE, fueron desapareciendo de las bases de datos.

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Foto: Cortesía | Consuelo Esmeralda Cruz García


Era como si buscara un fantasma; ella tenía copia de todo. Del año 2015 al 2018 no hubo avances de nada, hubo ministerios públicos que le ofrecían dinero para dejar de buscar. Los rumores indicaban que Apolinar se dedicaba a negocios extraños, pero él era velador de un yonque y vendía frituras en la calle. No tenían dinero; tampoco les faltaba qué comer y qué vestir.

Consuelo Esmeralda trabaja en un comedor industrial, gana alrededor de 1400 pesos a la semana, no tiene casa propia y tiene que solventar los gastos de sus seis hijos. Los días 10 de mayo no suele celebrarlos, sus hijos le regalan algún detalle, la felicitan, le han comentado:

A usted le damos un feliz día de las madres, mami. Pero a papá no, a mi papá no tenemos ni una tumba para ir a llorarle y llevarle una flor el día del padre”.

Cuando hace falta comida en casa, Consuelo se hace la fuerte, como aquella vez que su hijo no tenía zapatos para ir a la escuela y empeñó su celular. El más grande de sus hijos, cuando la ve muy triste la abraza y le dice: “Un día voy a tener dinero para comprarle un pastel”.

Y ella llora, lo abraza y recuerda a su esposo.

Una vez su hijo de 14 años de edad se paró frente a Consuelo y le dijo que no iría a la secundaria porque no tenía zapatos, después comentó que había encontrado la solución recogiendo unos tenis negros que el vecino había dejado en la basura.

“¿Sabe qué hice?: Empeñé mi celular porque sentí que mi corazón se oprimió. A veces mis hijos dicen: ‘Tenemos hambre’. A veces comemos y lo poco que hay se lo dejo a mis hijos para que ellos coman, tengo miedo de que algo malo les vaya a pasar”.

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Consuelo Esmeralda Cruz García ha tenido que vivir sola con seis hijos pequeños, a su esposo Apolinar Mendiola López unos Policías Estatales lo desaparecieron la tarde del 9 de junio de 2013.

Aquella tarde a Consuelo le dolía mucho la cabeza porque padece de migraña, sólo mitigaba el dolor con menta fresca que recolectaba en el monte. Subieron a la camioneta Blazer 1985 y su esposo manejó en compañía de sus 5 hijos a pocos kilómetros de la ciudad, Consuelo estaba embarazada.

Cuando habían recolectado la suficiente menta, decidieron regresar a casa y en el camino fueron interceptados por oficiales de la policía élite del Estado de Coahuila. Ellos dijeron que Apolinar, de 33 años de edad, los había estado siguiendo. Él abrazó a su hijo que entonces tenía 3 años de edad y los policías se lo quitaron de los brazos.

Todo se volvió un caos, el niño fue cargado por Consuelo, a Apolinar lo empezaron a golpear y amenazaron con llevarse también a otro hijo que entonces estudiaba en secundaria.

Los policías se llevaron a su esposo ensangrentado, ella y sus hijos lograron subir a un autobús de turismo que los rescató de la carretera. Lo más extraño es que al transcurso de los días, todos y cada uno de los documentos oficiales de su esposo, como registro de nacimiento, INE, fueron desapareciendo de las bases de datos.

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Foto: Cortesía | Consuelo Esmeralda Cruz García


Era como si buscara un fantasma; ella tenía copia de todo. Del año 2015 al 2018 no hubo avances de nada, hubo ministerios públicos que le ofrecían dinero para dejar de buscar. Los rumores indicaban que Apolinar se dedicaba a negocios extraños, pero él era velador de un yonque y vendía frituras en la calle. No tenían dinero; tampoco les faltaba qué comer y qué vestir.

Consuelo Esmeralda trabaja en un comedor industrial, gana alrededor de 1400 pesos a la semana, no tiene casa propia y tiene que solventar los gastos de sus seis hijos. Los días 10 de mayo no suele celebrarlos, sus hijos le regalan algún detalle, la felicitan, le han comentado:

A usted le damos un feliz día de las madres, mami. Pero a papá no, a mi papá no tenemos ni una tumba para ir a llorarle y llevarle una flor el día del padre”.

Cuando hace falta comida en casa, Consuelo se hace la fuerte, como aquella vez que su hijo no tenía zapatos para ir a la escuela y empeñó su celular. El más grande de sus hijos, cuando la ve muy triste la abraza y le dice: “Un día voy a tener dinero para comprarle un pastel”.

Y ella llora, lo abraza y recuerda a su esposo.

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