/ jueves 30 de marzo de 2023

La depresión llevó a Óscar al verdadero infierno

“La depresión se vuelve un infierno porque, porque no entiendes por qué tienes tanto... tanto dolor, tanto cansancio, tanta tristeza, tanta desesperación”.

Incertidumbre, desanimo, tristeza, falta de motivación y una profunda insatisfacción, fueron los sentimientos que se fueron acrecentando durante años en la vida de Óscar. Sentimientos que no parecían tener fin ni cura y que por más que buscaba motivantes en actividades o entornos nuevos, nada parecía tener solución.

Óscar se considera un hombre trabajador y con buenos valores, recuerda con nostalgia sus primeros años de matrimonio, en los que asegura fue muy feliz, sobre todo los primeros años de sus hijos. Cuando la enfermedad comenzó a manifestarse y a modificar su estado de ánimo, el intentó encontrar otras actividades para aliviar esas penas “sin motivo”, pero los intentos parecían ser insuficientes, y comenzó a afectar no sólo en su relación sentimental y familiar, sino también en la laboral.

“Porque por más que tu identifiques y encuentres todos esos motivos del porqué, vale la pena seguir adelante, por el cual te mereces ser feliz. Y no les... no es que no sean suficientes, sino que pareciera que no surten efecto en ti”, relató.

Tiempo después, cuando nació el tercero de sus hijos, parecía que todo podría tomar un rumbo mejor, pero la felicidad y la euforia del recién llegado sólo duró algunos meses, y los problemas laborales fueron empeorando, ya que pasó de ser un profesionista exitoso a un miembro problemático dentro de la empresa. Un par de años después su relación terminó por romperse ocasionando un divorcio, lo que acrecentó aún más esos sentimientos negativos de los cuales no encontraba salida.

“Llegas a un punto en el que, si todos estos motivos no te sacan adelante, entonces ya comienzas a sentirte culpable y comienzas a sentirte miserable porque eres señalado, porque te dicen que no le echas ganas, te dicen que eres un egoísta, que eres un cobarde”, contó.

Con una gran necesidad de encontrar explicación de la crisis por la que estaba pasando su vida, decidió responsabilizar al mal ambiente laboral, a pesar de reconocer que él mismo lo había provocado, y dio fin a una carrera que había vivido y disfrutado por más de diez años.

“Yo no me lavo las manos diciendo que la depresión fue la causante de mis errores. No, pero sí la depresión fue la causante de que yo no pudiera haber tratado de que no fueran tan graves, de que yo no hubiera encontrado la manera de detenerlos a tiempo, de haber buscado otras alternativas. Estuve en un proceso de auto destrucción, de auto sabotaje en el cual yo fui consumiendo todo lo bueno en mi vida”, dijo.

Su nuevo empleo dio un respiro de motivación a ese sentimiento de vacío que lo asechaba todo el tiempo, pero ese alivio sólo duró algunos meses. Se sumó la culpa, la desesperación y una profunda soledad a los viejos enemigos ya conocidos.

Hasta que una madrugada de febrero, en la soledad de su casa, sufrió el momento más difícil de su vida, la necesidad de terminar con un dolor que sentía que no era capaz de controlar.

“Recuerdo poco de esa noche, recuerdo que tuve una discusión muy fuerte, con familia y en el trabajo y con gente. Me enteré de situaciones que en ese momento yo no le veía salida alguna y de pronto sentí como si estuviera rodeado de una neblina muy densa. Por más que yo caminaba, no lograba ver más allá de mi propia nariz”, detalló.

Foto: José Vázquez | El Sol de La Laguna

Convencido de ser una carga y un motivo muy grande de dolor para sus seres queridos, esa fría noche decidió cortarse las venas, más no lo hizo del todo bien, por lo que él cree que tuvo una ayuda de Dios, porque el único cuchillo que había en su casa no tenía suficiente filo.

Afortunadamente él había logrado compartirle a uno de sus amigos lo que sentía, quien al hacerle caso a la preocupación que no le dejaba tranquilo, fue a buscarlo a la mañana siguiente a su casa, encontrando a Óscar en el suelo, inconsciente, entre todos los estragos del trance que había sufrido la noche anterior.

Después de lo sucedido, pasó una temporada en casa de sus padres para lograr estabilizarse y comenzar el tratamiento psiquiátrico y psicológico, que lo ayudaría a superar la adversidad más difícil que le había tocado vivir.

Salí adelante porque tuve ayuda, porque siempre tuve el deseo de salir adelante… cuando estás tan deprimido, echarle ganas no basta. Tú no puedes solo, necesitas ayuda”, explicó.

Fue poco más de un año lo que duró el tratamiento médico, y dos años el tiempo que estuvo recibiendo terapia.

Óscar siente que ha avanzado lo suficiente como para ya no temerle a una recaída de esta enfermedad, sobre todo por todas las herramientas que ha ido aprendiendo al paso del tiempo. El intentar recuperar lo perdido ha sido toda una odisea, ya que aún sufre los estragos económicos y familiares que ocurrieron durante las etapas más difíciles de la depresión.

“De las partes más difíciles de la depresión, es el irte topando con los escombros de todo lo que tú destruiste estando fuera de sí. Yo sentía que era dos personas, aún sigo topándomela (a su otra persona), porque a pesar de que han pasado un par de años, yo sigo tapándome con ese tipo de escombros, con ese tipo de secuelas, personas a las que lastimé mucho y las cuales me da dolor reconocer esa desconfianza o haber disminuido ese amor”, relató.

Foto: José Vázquez | El Sol de La Laguna

Todavía recuerda los principios del tratamiento, donde las fuertes dosis de la mezcla de Alprazolam y Risperidona lo dejaban noqueado durante horas, pero fue gracias a estos medicamentos que reconoció que en verdad sufría una enfermedad muy peligrosa.

Durante todo ese proceso siempre se negó a reconocerse a sí mismo como una persona enferma, ya que el simple hecho de ponerse de pie cada día le ayudaba a convencerse que saldría adelante de una manera u otra. Hoy en día el recurre a sus pasatiempos favoritos para mantenerse activo y relajado, el leer y pasar tiempo en la naturaleza con sus hijos son de las cosas que más disfruta y le llenan de paz y felicidad.

Sí se puede, definitivamente sí se puede. Si tienes fe, si tienes confianza en ti mismo, si tienes fe en lo que te dicen tus doctores, en lo que dice tu terapeuta, en el apoyo y en el amor que te da tu familia y tus seres queridos, pero sobre todo en los pasos que vas logrando, en todo lo que vas alcanzando, en todo lo que vas dejando atrás”.

Óscar es uno de los tantos casos en La Laguna de personas que han logrado salir adelante de esta enfermedad. Un trastorno que cada día se vuelve más común en nuestra sociedad llegando a alcanzar cifras alarmantes.

Si sufres depresión, llama a la Línea de Vida Coahuila para atención telefónica en crisis y orientación: 911/ 800 822 3737.

Incertidumbre, desanimo, tristeza, falta de motivación y una profunda insatisfacción, fueron los sentimientos que se fueron acrecentando durante años en la vida de Óscar. Sentimientos que no parecían tener fin ni cura y que por más que buscaba motivantes en actividades o entornos nuevos, nada parecía tener solución.

Óscar se considera un hombre trabajador y con buenos valores, recuerda con nostalgia sus primeros años de matrimonio, en los que asegura fue muy feliz, sobre todo los primeros años de sus hijos. Cuando la enfermedad comenzó a manifestarse y a modificar su estado de ánimo, el intentó encontrar otras actividades para aliviar esas penas “sin motivo”, pero los intentos parecían ser insuficientes, y comenzó a afectar no sólo en su relación sentimental y familiar, sino también en la laboral.

“Porque por más que tu identifiques y encuentres todos esos motivos del porqué, vale la pena seguir adelante, por el cual te mereces ser feliz. Y no les... no es que no sean suficientes, sino que pareciera que no surten efecto en ti”, relató.

Tiempo después, cuando nació el tercero de sus hijos, parecía que todo podría tomar un rumbo mejor, pero la felicidad y la euforia del recién llegado sólo duró algunos meses, y los problemas laborales fueron empeorando, ya que pasó de ser un profesionista exitoso a un miembro problemático dentro de la empresa. Un par de años después su relación terminó por romperse ocasionando un divorcio, lo que acrecentó aún más esos sentimientos negativos de los cuales no encontraba salida.

“Llegas a un punto en el que, si todos estos motivos no te sacan adelante, entonces ya comienzas a sentirte culpable y comienzas a sentirte miserable porque eres señalado, porque te dicen que no le echas ganas, te dicen que eres un egoísta, que eres un cobarde”, contó.

Con una gran necesidad de encontrar explicación de la crisis por la que estaba pasando su vida, decidió responsabilizar al mal ambiente laboral, a pesar de reconocer que él mismo lo había provocado, y dio fin a una carrera que había vivido y disfrutado por más de diez años.

“Yo no me lavo las manos diciendo que la depresión fue la causante de mis errores. No, pero sí la depresión fue la causante de que yo no pudiera haber tratado de que no fueran tan graves, de que yo no hubiera encontrado la manera de detenerlos a tiempo, de haber buscado otras alternativas. Estuve en un proceso de auto destrucción, de auto sabotaje en el cual yo fui consumiendo todo lo bueno en mi vida”, dijo.

Su nuevo empleo dio un respiro de motivación a ese sentimiento de vacío que lo asechaba todo el tiempo, pero ese alivio sólo duró algunos meses. Se sumó la culpa, la desesperación y una profunda soledad a los viejos enemigos ya conocidos.

Hasta que una madrugada de febrero, en la soledad de su casa, sufrió el momento más difícil de su vida, la necesidad de terminar con un dolor que sentía que no era capaz de controlar.

“Recuerdo poco de esa noche, recuerdo que tuve una discusión muy fuerte, con familia y en el trabajo y con gente. Me enteré de situaciones que en ese momento yo no le veía salida alguna y de pronto sentí como si estuviera rodeado de una neblina muy densa. Por más que yo caminaba, no lograba ver más allá de mi propia nariz”, detalló.

Foto: José Vázquez | El Sol de La Laguna

Convencido de ser una carga y un motivo muy grande de dolor para sus seres queridos, esa fría noche decidió cortarse las venas, más no lo hizo del todo bien, por lo que él cree que tuvo una ayuda de Dios, porque el único cuchillo que había en su casa no tenía suficiente filo.

Afortunadamente él había logrado compartirle a uno de sus amigos lo que sentía, quien al hacerle caso a la preocupación que no le dejaba tranquilo, fue a buscarlo a la mañana siguiente a su casa, encontrando a Óscar en el suelo, inconsciente, entre todos los estragos del trance que había sufrido la noche anterior.

Después de lo sucedido, pasó una temporada en casa de sus padres para lograr estabilizarse y comenzar el tratamiento psiquiátrico y psicológico, que lo ayudaría a superar la adversidad más difícil que le había tocado vivir.

Salí adelante porque tuve ayuda, porque siempre tuve el deseo de salir adelante… cuando estás tan deprimido, echarle ganas no basta. Tú no puedes solo, necesitas ayuda”, explicó.

Fue poco más de un año lo que duró el tratamiento médico, y dos años el tiempo que estuvo recibiendo terapia.

Óscar siente que ha avanzado lo suficiente como para ya no temerle a una recaída de esta enfermedad, sobre todo por todas las herramientas que ha ido aprendiendo al paso del tiempo. El intentar recuperar lo perdido ha sido toda una odisea, ya que aún sufre los estragos económicos y familiares que ocurrieron durante las etapas más difíciles de la depresión.

“De las partes más difíciles de la depresión, es el irte topando con los escombros de todo lo que tú destruiste estando fuera de sí. Yo sentía que era dos personas, aún sigo topándomela (a su otra persona), porque a pesar de que han pasado un par de años, yo sigo tapándome con ese tipo de escombros, con ese tipo de secuelas, personas a las que lastimé mucho y las cuales me da dolor reconocer esa desconfianza o haber disminuido ese amor”, relató.

Foto: José Vázquez | El Sol de La Laguna

Todavía recuerda los principios del tratamiento, donde las fuertes dosis de la mezcla de Alprazolam y Risperidona lo dejaban noqueado durante horas, pero fue gracias a estos medicamentos que reconoció que en verdad sufría una enfermedad muy peligrosa.

Durante todo ese proceso siempre se negó a reconocerse a sí mismo como una persona enferma, ya que el simple hecho de ponerse de pie cada día le ayudaba a convencerse que saldría adelante de una manera u otra. Hoy en día el recurre a sus pasatiempos favoritos para mantenerse activo y relajado, el leer y pasar tiempo en la naturaleza con sus hijos son de las cosas que más disfruta y le llenan de paz y felicidad.

Sí se puede, definitivamente sí se puede. Si tienes fe, si tienes confianza en ti mismo, si tienes fe en lo que te dicen tus doctores, en lo que dice tu terapeuta, en el apoyo y en el amor que te da tu familia y tus seres queridos, pero sobre todo en los pasos que vas logrando, en todo lo que vas alcanzando, en todo lo que vas dejando atrás”.

Óscar es uno de los tantos casos en La Laguna de personas que han logrado salir adelante de esta enfermedad. Un trastorno que cada día se vuelve más común en nuestra sociedad llegando a alcanzar cifras alarmantes.

Si sufres depresión, llama a la Línea de Vida Coahuila para atención telefónica en crisis y orientación: 911/ 800 822 3737.

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