El sentido del olfato, a menudo subestimado y menos comprendido que otros, ha cobrado una nueva relevancia en la sociedad actual, especialmente a raíz de la pandemia. Con hasta un 88% de las personas que han experimentado el COVID-19 enfrentándose a la anosmia, la pérdida del olfato, la importancia de este sentido en nuestras vidas se ha vuelto más evidente que nunca.
El olfato, el método más antiguo de comunicación en la evolución, se presenta como una forma primitiva e irracional de percibir el mundo. La Dra. Laura López-Mascaraque, neurocientífica e investigadora del Instituto Cajal del CSIC, ha compartido su perspectiva sobre los secretos sorprendentes detrás de este sentido vinculado a las emociones y recuerdos.
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Olfato: La Comunicación Original
Antes de que órganos como los ojos u oídos evolucionaran, la comunicación entre bacterias, microorganismos, plantas y animales se llevaba a cabo a través de señales químicas. Incluso al nacer, los bebés dependen completamente del olfato y el gusto. La conexión es tan profunda que cerca del 5% del genoma humano se dedica a este sentido vital.
La conexión entre el olfato y el cerebro es primitiva y directa. Las moléculas odorantes son transformadas en señales eléctricas que llegan sin filtros al cerebro emocional. A diferencia de otros sentidos, el olfato se comunica directamente con las emociones, siendo considerado el más irracional.
El sentido del olfato desempeña un papel crucial en el enamoramiento. Las feromonas, hormonas asociadas con la atracción, son fácilmente detectadas por la nariz. Exponerse al olor de la pareja puede reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, según estudios.
Al igual que una huella dactilar, cada persona tiene un olor propio, excepto los gemelos idénticos. Este "pasaporte olfativo" único se crea a través de la interacción con millones de bacterias en el cuerpo. Además, factores como el estrés pueden alterar este olor característico.
Los recuerdos asociados con olores se forman principalmente en la infancia. Estos recuerdos pueden influir en cómo percibimos los olores en la edad adulta. También existe un componente cultural, ya que ciertos olores pueden gustar en algunas culturas y disgustar en otras.
Aunque es difícil verbalizar olores, algunas tribus antiguas disponen de un vocabulario más amplio para describirlos. La rueda de olores es una herramienta que ayuda a aprender y reconocer olores, aunque la mayoría de las personas tiende a asociar los olores con recuerdos en lugar de definirlos directamente.
Incluso el agua tiene moléculas químicas con olores, aunque algunos son indetectables para los humanos. La concentración y la capacidad de ciertos animales, como los elefantes, para oler a largas distancias, resaltan la complejidad del sentido del olfato.
Al envejecer, se pierden capacidades celulares y la agudeza de los sentidos disminuye. La pérdida del olfato, especialmente de manera prematura o brusca, a menudo se asocia con enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson.
¿Qué es la anosmia?
La anosmia, la pérdida total del olfato, ha ganado relevancia con la COVID-19. Además de ser un síntoma del virus, otras causas de anosmia incluyen pólipos nasales, traumatismos, tumores y enfermedades neurológicas.
Los expertos, como enólogos y perfumistas, han entrenado su olfato para memorizar olores. La reeducación olfativa, que implica exponer al paciente a sustancias odorantes acompañadas de estímulos visuales, puede ayudar a recuperar el sentido del olfato.
El 80% del sabor se debe al olfato, mientras que solo el 20% proviene de las papilas gustativas. La interacción entre ambos es esencial para percibir matices y aromas en los alimentos.
En conclusión, el sentido del olfato va más allá de simplemente oler. Es una experiencia profunda y emocional que nos conecta con nuestro entorno y despierta recuerdos vívidos. Entender y apreciar este sentido nos permite explorar nuevas dimensiones en nuestra relación con el mundo que nos rodea.