Goliat y Quinametzin, los gigantes de la Biblia y Mesoamérica

La gente se mantuvo bajo su dominio hasta que se cansaron y se levantaron en su contra

Jorge Venegas | El Sol de La Laguna

  · martes 8 de marzo de 2022

La historia de los temibles gigantes que habitaron México. / Foto: Pixabay | El Sol de Tlaxcala

Cuentan las crónicas de evangelizadores en la Nueva España y los historiadores novohispanos que en la antigüedad había gigantes en lo que ahora se conoce como México. Eran llamados quinametzin, término usado en la mitología mesoamericana para personas de gran estatura.

En el Códice Florentino, escrito en náhuatl y español, se describe la creencia ancestral de los nativos, que consideraban a los gigantes como una creación divina. Historiadores y antropólogos consideran que probablemente los cronistas no pudieran acreditar la construcción de enormes ciudades y templos, y que entonces “los evangelizadores atribuyeron la construcción de las pirámides más grandes, como la de Cholula, a los gigantes”.

En la Biblia se menciona la historia de Goliat, un soldado bastante grande que asedió a Israel por 40 días y que no se detuvo hasta que el rey David tuvo que vencerlo con una honda y una piedra.

El historiador novohispano Mariano Veytia dijo que cuando ocuparon las riberas del Atoyac, los olmecas-xicalancas se encontraron con gigantes desnudos y despeinados que cazaban pájaros y animales terrestres y comían frutas y hierbas silvestres.

Según Veytia, en el año 107 d.C., los olmecas-xicalancas rindieron tributo a los quinametzin, hasta que se hartaron y les tendieron una trampa para matarlos. Prepararon un banquete en su honor y esperaron a que se emborracharan para matarlos a todos. Los Gigantes aparecieron en varios códices de frailes: en el de San Juan de Zumárraga, el Florentino (dirigido por Bernardino de Sahagún) o el del Vaticano; y en escritos de fray Andrés Olmos o fray Diego Durán.

Ciertamente, no existen evidencias arqueológicas que permitan corroborar o refutar la existencia de humanos gigantes en Mesoamérica. Sin embargo, los códices novohispanos permiten hoy conocer la cosmogonía primitiva de la región.