El Parque Deportivo Venustiano Carranza, conocido por muchos como un espacio público para la actividad física y el deporte, tiene una triste historia que se remonta a sus días como una fundidora de renombre estatal. Esta es la historia y declive del olvidado parque en Saltillo.
Antes de adoptar su nombre actual, este sitio fue testigo de una etapa industrial clave en Coahuila.
En 1914, las instalaciones de esta fundidora eran tan prominentes que una fotografía de ellas se inmortalizó en un billete emitido por el Banco Coahuila. La fundidora, denominada Mazacopac (Mazapil Copper Company), recibía minerales y carbón de Zacatecas, específicamente de Mazapil.
A medida que el país experimentaba un crecimiento industrial, la fundidora, como muchas otras, se vio superada por la competencia y dejó de operar en la década de los 40. En los años 70, fue donada al Gobierno del Estado, iniciando así una nueva etapa en su historia.
En un esfuerzo por preservar y reutilizar el espacio, el Parque Deportivo Venustiano Carranza surgió como resultado de la transformación de esta antigua fundidora. A lo largo de las décadas, pasó por diversas etapas, desde ser parte del Instituto Estatal del Deporte de Coahuila (Inedec) hasta convertirse en sede del Deporte Federado entre 1994 y 1999.
Sin embargo, a pesar de los momentos de alegría y actividad, el parque enfrenta actualmente un estado de abandono. A partir de 2009, el Inedec se trasladó a sus instalaciones, pero la falta de recursos ha dejado al parque en un estado de deterioro.
La situación se agrava aún más con la controversia que rodea al Inedec, ya que enfrenta una demanda federal por malversación de recursos durante la administración del 2016 al 2019. Una investigación periodística de 2021 señaló que no se pudieron comprobar más de 73 millones de pesos del presupuesto ejercido por el Inedec.
El autor y promotor deportivo Edgar Puentes lucha legalmente para evitar que el destino del Parque Deportivo Venustiano Carranza sea una tragedia. En la encrucijada actual, el parque espera una de dos cosas: una inversión que lo rescate de su deterioro o el adiós definitivo a una parte importante de la historia coahuilense.