/ lunes 25 de diciembre de 2023

Familia Marín y sus amigos comparten la alegría de la Navidad con los más necesitados

Don Mariano Marín, recuerda cómo comenzaron a llevar algunas despensas en aquellos años, cuando aún los caminos eran de tierra y las distancias se hacían muy largas

Desde hace 48 años, un grupo de amigos comenzó a llevar alegría a diferentes ejidos del municipio de Francisco I. Madero, luego de que uno de sus integrantes se ordenara como sacerdote y fuera enviado primero a San Pedro de las Colonias, luego a este lugar conocido como Chávez. Ahora organizan mega posadas donde regalan hasta bicicletas.

Don Mariano Marín, recuerda cómo comenzaron a llevar algunas despensas en aquellos años, cuando aún los caminos eran de tierra y las distancias se hacían muy largas. Eran aproximadamente 15 personas, porque algunos estaban recién casados y sus parejas se unieron a esta noble labor para poder llevar algo de ayuda y alegría a la gente de la comunidad de Charcos de Risa, que fue donde iniciaron esta tradición.

Con el paso del tiempo, el sacerdote Salvador Gómez fue trasladado a Torreón, pero los amigos continuaron con la labor; se habían unido el hermano de don Mariano, otros amigos benefactores y años más tarde algunos de los hijos, como Jorge Marín, quien hace alrededor de tres años comenzó a reparar bicicletas para poder regalar a los niños en las dos fechas que acuden a las comunidades que son el Día del Niño y en diciembre.

“Sobre todo para Navidad era que hacíamos el viaje y luego ya empezamos a ir dos veces; aunque el padre ya no estaba, nosotros sabíamos el camino y no nos costaba nada seguir brindando la ayuda por lo que seguimos y ahora ya solo somos tres de aquel grupo, pero con más personas que se han unido”, comenta Mariano.

Durante un tiempo llevando despensas y posteriormente la ayuda fue creciendo hasta hacer una tradición estos dos festejos, en los que se llevan gran cantidad de bolos, piñatas, juguetes, personajes como el tradicional Santa Claus; también cobijas, ropa y todo lo que se logre recaudar para entregar a la gente de estos poblados vulnerables.

Los ejidos a los que se extendieron, además de Charcos de Risa, son El Venado, Felipe Ángeles, Aguanaval, Lindavista y Tres Manantiales, en los cuales las necesidades de la gente son muchas y aún viven de la producción de candelilla y la extracción del cerote, una cera que resulta de esta planta y se utiliza para elaborar distintos productos como cosméticos; no es bien pagada a los campesinos y se enfrentan a los abusos de los revendedores.

Al ver la necesidad de los habitantes decidieron continuar con esta labor y hasta el momento, al menos 3 de los integrantes de aquel grupo de amigos, siguen al pie del cañón acudiendo dos veces al año a estos sectores para convivir, apoyar a la gente y llevar momentos de alegría para los más pequeños. Quienes por cuestiones de salud o edad avanzada ya no pueden hacer el viaje, siguen aportando, ya sea monetariamente o en especie.

Recolectan bicicletas y las regalan

En el camino se han encontrado con otras personas que los apoyan con donaciones o trabajo, como es el caso de Armando Goray, quien se encarga de la reparación de las bicicletas que Jorge recolecta durante el año; él de inicio cobraba de manera normal su trabajo, pero al enterarse del objetivo de estas reparaciones, decidió unirse a la causa sin cobrar la mano de obra por dejar las bicicletas como nuevas.

En cuanto a las bicicletas, todo comenzó por la petición de un niño de una de estas comunidades, en uno de los eventos se acercó y pidió que le pudieran conseguir una; de ahí surgió la idea y comenzaron a reparar. Las primeras veces llevaron unas cuantas, por lo general eran 4 o 5 y se hacía una rifa entre todos los niños, pero ya este año fueron un total de 16 las que se llevaron para regalar.

“Primero eran encargos, me pedían que les llevara una bicicleta, por lo que la conseguíamos, la arreglábamos y llevábamos; después me llovían pedidos y dijimos vamos a llevar dos o tres y las rifamos, pero fuimos consiguiendo más y las que podemos llevar las seguimos sorteando, pero cada vez son más y ahora hasta nos las entregan para que las traigamos a reparar”, comentaron.

Muchas veces Jorge las compra a bajo precio, ya que son bicicletas que la gente tiene descompuestas, abandonadas y en malas condiciones, pero también hay personas que al saber para qué las recolecta se las regala para que las puedan llevar al taller de reparación, las rehabiliten por completo y se entreguen los días del niño y en diciembre.

“Es bonito saber que la gente también cuando sabe que las compro por esta causa, deciden dármelas a muy bajo costo o a veces incluso me dicen llévatela, ahí la tengo arrumbada y no me las cobran. Cuando compro pues pueden dármelas desde 200 hasta 500 pesos depende de las condiciones en las que esté, pero ya luego le tenemos que invertir para poder dejarlas en óptimas condiciones”, comentó Jorge.

Ahora les piden que les reparen las que tienen y necesitan algún cambio, ajuste o rehabilitación, incluso de las mismas que han recibido como obsequio, por lo que las vuelven a traer para que en la próxima visita las regresen otra vez como nuevas.

Unidos por una causa noble

Todos los apoyos se han incrementado y más personas se han unido para ayudarlos a llevar más alegría a esa gente; también reciben constantemente donativos en especie sobre todo de bolos y juguetes que es lo que más se necesita para llevar en esas fechas a los niños, pero también se cooperan en el grupo y recaudan para comprar más. También las despensas son cada vez más grandes para el beneficio de las familias que las reciben.

Actualmente los jovencitos solicitan mucho los balones para jugar futbol, incluso también les hicieron y regalaron unas playeras para un equipo; otro de los integrantes de la familia Marín se dedica a la elaboración de uniformes deportivos.

Están conscientes de que en estos lugares hay muchas necesidades y que no pueden cubrirlas todas, incluso que es responsabilidad del gobierno no tenerlos en tanto abandono, pero siempre que puedan, regresarán a buscar generar sonrisas y a llevarse todo el cariño y agradecimiento que las gente les tiene y demuestra al recibirlos con comida o unas deliciosas tortillas de harina caseras como ya se hizo costumbre.

“Sobre todo en Charcos que es donde hay más gente, se juntan y nos invitan a comer, nos regalan tortillas de harina y nos quieren dar todo lo que pueden, nos atienden muy bien y es como una forma de agradecimiento que ellos tienen para nosotros y el cariño de esa gente es los mejor que nosotros podemos recibir”, dijo don Mariano.

Además de lo que ellos mismos aportan de manera personal y lo que se recibe de aportación de algunos benefactores, también se realizan con frecuencia algunas actividades para la recaudación de fondos, como son venta de alimentos, rifa y otras que principalmente organizan las mujeres del grupo. Todo en conjunto es fundamental para realizar estas nobles acciones que por muchos años realiza la familia Marín al lado de sus amigos y compañeros.

“De lo que se trata es de que no se pierda la tradición, algunas personas como dice mi papá ya están grandes, pero nosotros que somos las nuevas camadas o demás amigos y familia se vayan integrando para seguir con este proyecto”, dijo Jorge.

Ya son varios camiones llenos los que llevan cada año con las bicicletas que se rifan en los diferentes poblados; realizan una gran posada para toda la gente en cada uno de los ejidos que visitan y de igual forma, cada año regresan para festejar el Día del Niño y a mediados de diciembre para celebrar la Navidad.

Desde hace 48 años, un grupo de amigos comenzó a llevar alegría a diferentes ejidos del municipio de Francisco I. Madero, luego de que uno de sus integrantes se ordenara como sacerdote y fuera enviado primero a San Pedro de las Colonias, luego a este lugar conocido como Chávez. Ahora organizan mega posadas donde regalan hasta bicicletas.

Don Mariano Marín, recuerda cómo comenzaron a llevar algunas despensas en aquellos años, cuando aún los caminos eran de tierra y las distancias se hacían muy largas. Eran aproximadamente 15 personas, porque algunos estaban recién casados y sus parejas se unieron a esta noble labor para poder llevar algo de ayuda y alegría a la gente de la comunidad de Charcos de Risa, que fue donde iniciaron esta tradición.

Con el paso del tiempo, el sacerdote Salvador Gómez fue trasladado a Torreón, pero los amigos continuaron con la labor; se habían unido el hermano de don Mariano, otros amigos benefactores y años más tarde algunos de los hijos, como Jorge Marín, quien hace alrededor de tres años comenzó a reparar bicicletas para poder regalar a los niños en las dos fechas que acuden a las comunidades que son el Día del Niño y en diciembre.

“Sobre todo para Navidad era que hacíamos el viaje y luego ya empezamos a ir dos veces; aunque el padre ya no estaba, nosotros sabíamos el camino y no nos costaba nada seguir brindando la ayuda por lo que seguimos y ahora ya solo somos tres de aquel grupo, pero con más personas que se han unido”, comenta Mariano.

Durante un tiempo llevando despensas y posteriormente la ayuda fue creciendo hasta hacer una tradición estos dos festejos, en los que se llevan gran cantidad de bolos, piñatas, juguetes, personajes como el tradicional Santa Claus; también cobijas, ropa y todo lo que se logre recaudar para entregar a la gente de estos poblados vulnerables.

Los ejidos a los que se extendieron, además de Charcos de Risa, son El Venado, Felipe Ángeles, Aguanaval, Lindavista y Tres Manantiales, en los cuales las necesidades de la gente son muchas y aún viven de la producción de candelilla y la extracción del cerote, una cera que resulta de esta planta y se utiliza para elaborar distintos productos como cosméticos; no es bien pagada a los campesinos y se enfrentan a los abusos de los revendedores.

Al ver la necesidad de los habitantes decidieron continuar con esta labor y hasta el momento, al menos 3 de los integrantes de aquel grupo de amigos, siguen al pie del cañón acudiendo dos veces al año a estos sectores para convivir, apoyar a la gente y llevar momentos de alegría para los más pequeños. Quienes por cuestiones de salud o edad avanzada ya no pueden hacer el viaje, siguen aportando, ya sea monetariamente o en especie.

Recolectan bicicletas y las regalan

En el camino se han encontrado con otras personas que los apoyan con donaciones o trabajo, como es el caso de Armando Goray, quien se encarga de la reparación de las bicicletas que Jorge recolecta durante el año; él de inicio cobraba de manera normal su trabajo, pero al enterarse del objetivo de estas reparaciones, decidió unirse a la causa sin cobrar la mano de obra por dejar las bicicletas como nuevas.

En cuanto a las bicicletas, todo comenzó por la petición de un niño de una de estas comunidades, en uno de los eventos se acercó y pidió que le pudieran conseguir una; de ahí surgió la idea y comenzaron a reparar. Las primeras veces llevaron unas cuantas, por lo general eran 4 o 5 y se hacía una rifa entre todos los niños, pero ya este año fueron un total de 16 las que se llevaron para regalar.

“Primero eran encargos, me pedían que les llevara una bicicleta, por lo que la conseguíamos, la arreglábamos y llevábamos; después me llovían pedidos y dijimos vamos a llevar dos o tres y las rifamos, pero fuimos consiguiendo más y las que podemos llevar las seguimos sorteando, pero cada vez son más y ahora hasta nos las entregan para que las traigamos a reparar”, comentaron.

Muchas veces Jorge las compra a bajo precio, ya que son bicicletas que la gente tiene descompuestas, abandonadas y en malas condiciones, pero también hay personas que al saber para qué las recolecta se las regala para que las puedan llevar al taller de reparación, las rehabiliten por completo y se entreguen los días del niño y en diciembre.

“Es bonito saber que la gente también cuando sabe que las compro por esta causa, deciden dármelas a muy bajo costo o a veces incluso me dicen llévatela, ahí la tengo arrumbada y no me las cobran. Cuando compro pues pueden dármelas desde 200 hasta 500 pesos depende de las condiciones en las que esté, pero ya luego le tenemos que invertir para poder dejarlas en óptimas condiciones”, comentó Jorge.

Ahora les piden que les reparen las que tienen y necesitan algún cambio, ajuste o rehabilitación, incluso de las mismas que han recibido como obsequio, por lo que las vuelven a traer para que en la próxima visita las regresen otra vez como nuevas.

Unidos por una causa noble

Todos los apoyos se han incrementado y más personas se han unido para ayudarlos a llevar más alegría a esa gente; también reciben constantemente donativos en especie sobre todo de bolos y juguetes que es lo que más se necesita para llevar en esas fechas a los niños, pero también se cooperan en el grupo y recaudan para comprar más. También las despensas son cada vez más grandes para el beneficio de las familias que las reciben.

Actualmente los jovencitos solicitan mucho los balones para jugar futbol, incluso también les hicieron y regalaron unas playeras para un equipo; otro de los integrantes de la familia Marín se dedica a la elaboración de uniformes deportivos.

Están conscientes de que en estos lugares hay muchas necesidades y que no pueden cubrirlas todas, incluso que es responsabilidad del gobierno no tenerlos en tanto abandono, pero siempre que puedan, regresarán a buscar generar sonrisas y a llevarse todo el cariño y agradecimiento que las gente les tiene y demuestra al recibirlos con comida o unas deliciosas tortillas de harina caseras como ya se hizo costumbre.

“Sobre todo en Charcos que es donde hay más gente, se juntan y nos invitan a comer, nos regalan tortillas de harina y nos quieren dar todo lo que pueden, nos atienden muy bien y es como una forma de agradecimiento que ellos tienen para nosotros y el cariño de esa gente es los mejor que nosotros podemos recibir”, dijo don Mariano.

Además de lo que ellos mismos aportan de manera personal y lo que se recibe de aportación de algunos benefactores, también se realizan con frecuencia algunas actividades para la recaudación de fondos, como son venta de alimentos, rifa y otras que principalmente organizan las mujeres del grupo. Todo en conjunto es fundamental para realizar estas nobles acciones que por muchos años realiza la familia Marín al lado de sus amigos y compañeros.

“De lo que se trata es de que no se pierda la tradición, algunas personas como dice mi papá ya están grandes, pero nosotros que somos las nuevas camadas o demás amigos y familia se vayan integrando para seguir con este proyecto”, dijo Jorge.

Ya son varios camiones llenos los que llevan cada año con las bicicletas que se rifan en los diferentes poblados; realizan una gran posada para toda la gente en cada uno de los ejidos que visitan y de igual forma, cada año regresan para festejar el Día del Niño y a mediados de diciembre para celebrar la Navidad.

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