/ martes 28 de diciembre de 2021

El pueblo fantasma construido por estadounidenses: Pilares de Nacozari

En el corazón de la sierra sonorense se oculta el que alguna vez fue uno de los pueblos más importantes del país gracias a su producción minera

El sudoeste de Estados Unidos y el norte de México comparten en su memoria ese periodo de la historia, entre finales del siglo XIX y principios del XX, en que nuevas fortunas se creaban tan rápido como estas desaparecían, en medio de una época tan próspera como era turbulenta e impredecible.

Entre los muchos pueblos que surgieron como resultado de esta riqueza fulgurante está Pilares de Nacozari de García, que desde su fundación hasta su eventual abandono estuvo respaldado por la industria minera extranjera, viviendo entre estándares de primer mundo que eran desconocidos en la sierra sonorense de aquél entonces y condiciones de segregación racial y precariedad que se importaban directamente de la unión americana. Hoy en día es uno de los pueblos fantasmas más interesantes que puedes encontrar.

En 1866, movido por las leyendas de riquezas inigualables ocultas entre las montañas de Nacozari, el explorador estadounidense Williams Charles Streeters se convirtió en el primer propietario legal de la mina “Los Pilares”, una zona bautizada así por las formaciones rocosas de diferentes colores que se forman en sus cerros.

Streeters explotó los yacimientos de la región con modesto éxito hasta que vendió sus derechos, los cuales fueron pasando de propietario en propietario, quienes entre otras cosas resentían lo remota que era y su difícil acceso entre las montañas. Esto fue así hasta que llegó la Moctezuma Copper Company, filial de la empresa estadounidense Phelps & Dodge, quienes construirían en el lugar un pueblo hecho al más puro estilo norteamericano para alojar a sus empleados.

Se construyeron en el lugar dos colonias muy bien diferenciadas, una para los americanos y otra para los trabajadores nacionales. La colonia “gringa” se encontraba en las zonas más altas de los cerros, realizadas con todas las consideraciones de los pueblos más desarrollados del sudoeste estadounidense, con energía eléctrica y agua corriente.

Como es de esperarse, las mejores acomodaciones estaban destinadas a los ejecutivos de la compañía minera, mientras que a los trabajadores de a pie, en su mayoría mexicanos, les fueron entregados los barrios populares, con viviendas de una sola habitación donde podían vivir hasta diez personas. El hacinamiento en las casas era uno de los mayores problemas de salud y vivienda en el pueblo minero.

Claro que para compensar lo dicho anteriormente, la compañía se preocupó por brindar a Pilares de Nacozari de áreas públicas y servicios que muchos de sus habitantes difícilmente hubieran podido encontrar en otro lado, como eran escuelas, un hospital, canchas de tenis, un gimnasio con la primera cancha de basquetbol en México y hasta su propio cine completamente equipado que llegó junto a la popularización de este entretenimiento durante los años veinte.

Foto: Twitter @Jibarras66

En Pilares todo parecía prosperidad hasta que, como sucedía en aquellos años, de un momento a otro dejó de serlo. A la llegada de la Gran Depresión en 1929 la Moctezuma Copper Company ya pasaba por serias dificultades para mantener sus operaciones en la zona a flota, declarándose en bancarrota y abandonando un pueblo que en sus mejores momentos llegó a tener hasta siete mil habitantes.

A pesar de varios intentos por reactivar la minería, los habitantes fueron saliendo de Pilares hasta que en 1960 fue declarado oficialmente como un pueblo fantasma.

Pilares de Nacozari de García es uno de los pueblos fantasma que más importancia tuvieron durante el siglo pasado Foto: Twitter @HNG_AC

Un comisario, miles de fantasmas

Según el censo de vivienda realizado por el INEGI, en Pilares solo habitaba una persona para el año 2020, se trata de Félix Girón Ríos, quien es también el comisario del pueblo. Según relata, nació y se crió en el pueblo, por lo que a pesar de las oportunidades de hacerlo nunca lo ha abandonado.

Girón Ríos se dedica a la ganadería y a recibir a grupos de visitantes que acuden a explorar el pueblo, a quienes les cuenta la historia de los años dorados del asentamiento. Cada cierto tiempo acude al pueblo de Nacozari de García por provisiones.

Un tour por el pueblo muestra las ruinas de lo que alguna vez fue uno de los pueblos mineros más prósperos de Sonora, algunos de sus edificios completamente abandonados y otros detenidos en el tiempo.

Pilares nos presenta siempre un fragmento de la vida en los pueblos auspiciados por compañías, modelo importado que no ha sido replicado de una manera tan exitosa en Sonora desde entonces. Son, tanto el pueblo como su historia, un producto de su tiempo.

El sudoeste de Estados Unidos y el norte de México comparten en su memoria ese periodo de la historia, entre finales del siglo XIX y principios del XX, en que nuevas fortunas se creaban tan rápido como estas desaparecían, en medio de una época tan próspera como era turbulenta e impredecible.

Entre los muchos pueblos que surgieron como resultado de esta riqueza fulgurante está Pilares de Nacozari de García, que desde su fundación hasta su eventual abandono estuvo respaldado por la industria minera extranjera, viviendo entre estándares de primer mundo que eran desconocidos en la sierra sonorense de aquél entonces y condiciones de segregación racial y precariedad que se importaban directamente de la unión americana. Hoy en día es uno de los pueblos fantasmas más interesantes que puedes encontrar.

En 1866, movido por las leyendas de riquezas inigualables ocultas entre las montañas de Nacozari, el explorador estadounidense Williams Charles Streeters se convirtió en el primer propietario legal de la mina “Los Pilares”, una zona bautizada así por las formaciones rocosas de diferentes colores que se forman en sus cerros.

Streeters explotó los yacimientos de la región con modesto éxito hasta que vendió sus derechos, los cuales fueron pasando de propietario en propietario, quienes entre otras cosas resentían lo remota que era y su difícil acceso entre las montañas. Esto fue así hasta que llegó la Moctezuma Copper Company, filial de la empresa estadounidense Phelps & Dodge, quienes construirían en el lugar un pueblo hecho al más puro estilo norteamericano para alojar a sus empleados.

Se construyeron en el lugar dos colonias muy bien diferenciadas, una para los americanos y otra para los trabajadores nacionales. La colonia “gringa” se encontraba en las zonas más altas de los cerros, realizadas con todas las consideraciones de los pueblos más desarrollados del sudoeste estadounidense, con energía eléctrica y agua corriente.

Como es de esperarse, las mejores acomodaciones estaban destinadas a los ejecutivos de la compañía minera, mientras que a los trabajadores de a pie, en su mayoría mexicanos, les fueron entregados los barrios populares, con viviendas de una sola habitación donde podían vivir hasta diez personas. El hacinamiento en las casas era uno de los mayores problemas de salud y vivienda en el pueblo minero.

Claro que para compensar lo dicho anteriormente, la compañía se preocupó por brindar a Pilares de Nacozari de áreas públicas y servicios que muchos de sus habitantes difícilmente hubieran podido encontrar en otro lado, como eran escuelas, un hospital, canchas de tenis, un gimnasio con la primera cancha de basquetbol en México y hasta su propio cine completamente equipado que llegó junto a la popularización de este entretenimiento durante los años veinte.

Foto: Twitter @Jibarras66

En Pilares todo parecía prosperidad hasta que, como sucedía en aquellos años, de un momento a otro dejó de serlo. A la llegada de la Gran Depresión en 1929 la Moctezuma Copper Company ya pasaba por serias dificultades para mantener sus operaciones en la zona a flota, declarándose en bancarrota y abandonando un pueblo que en sus mejores momentos llegó a tener hasta siete mil habitantes.

A pesar de varios intentos por reactivar la minería, los habitantes fueron saliendo de Pilares hasta que en 1960 fue declarado oficialmente como un pueblo fantasma.

Pilares de Nacozari de García es uno de los pueblos fantasma que más importancia tuvieron durante el siglo pasado Foto: Twitter @HNG_AC

Un comisario, miles de fantasmas

Según el censo de vivienda realizado por el INEGI, en Pilares solo habitaba una persona para el año 2020, se trata de Félix Girón Ríos, quien es también el comisario del pueblo. Según relata, nació y se crió en el pueblo, por lo que a pesar de las oportunidades de hacerlo nunca lo ha abandonado.

Girón Ríos se dedica a la ganadería y a recibir a grupos de visitantes que acuden a explorar el pueblo, a quienes les cuenta la historia de los años dorados del asentamiento. Cada cierto tiempo acude al pueblo de Nacozari de García por provisiones.

Un tour por el pueblo muestra las ruinas de lo que alguna vez fue uno de los pueblos mineros más prósperos de Sonora, algunos de sus edificios completamente abandonados y otros detenidos en el tiempo.

Pilares nos presenta siempre un fragmento de la vida en los pueblos auspiciados por compañías, modelo importado que no ha sido replicado de una manera tan exitosa en Sonora desde entonces. Son, tanto el pueblo como su historia, un producto de su tiempo.

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