Las mariquitas, esos encantadores insectos de vivos colores y lunares llamativos, son más que simples habitantes de nuestros jardines. Son parte de nuestras historias, leyendas y tradiciones, y juegan un papel crucial en el equilibrio del ecosistema.
Las mariquitas, también conocidas como coccinélidos, pertenecen al orden de los escarabajos y a la familia Coccinellidae. Su nombre deriva del latín "coccineus", que significa "rojo", y se asocia a su coloración predominante.
Más allá de la mariquita común, esa de color rojo con siete puntos negros, existen miles de especies con diseños y patrones que nos dejan boquiabiertos. Desde mariquitas amarillas con puntos negros hasta otras de color negro con manchas rojas o naranjas, la variedad es increíble.
Las mariquitas son devoradoras de pulgones, pequeños insectos que pueden causar daños considerables a las plantas cultivadas. Su apetito voraz las convierte en valiosas aliadas en la agricultura y la jardinería, contribuyendo al control biológico de plagas.
El viaje de una mariquita comienza como un pequeño huevo, depositado en grupos sobre las hojas o incluso sobre sus presas. Luego, eclosionan y emergen las larvas, que pasan por cuatro etapas de crecimiento mientras se alimentan de pulgones. Finalmente, se transforman en las adorables mariquitas que conocemos, listas para volar y continuar su ciclo.
En muchas culturas europeas, las mariquitas son símbolo de buena suerte y fertilidad. Se las asocia con la diosa Freyja en la mitología nórdica y con la Virgen María en la cultura cristiana. Sus siete puntos negros pueden representar los siete gozos y dolores de la Virgen.
Las mariquitas son criaturas fascinantes que han acompañado a la humanidad durante siglos. Su belleza, su papel en la naturaleza y su ciclo de vida nos recuerdan la importancia de respetar y proteger el mundo natural. La próxima vez que veas una mariquita, tómate un momento para apreciar su presencia y recuerda las historias y leyendas que la rodean.