/ viernes 20 de mayo de 2022

Conoce a Javier Lagarroitti, el joven mexicano que desarrolló endulzante con desechos de maíz

Lo que comenzó como un intento de que su padre dejara se saltarse la dieta terminó como un negocio

Lo que comenzó como un intento de que su padre dejara se saltarse la dieta terminó como un negocio e innovación de un producto que se consume a diario en muchos hogares mexicanos. Javier Larragoiti, el joven mexicano que desarrolló un endulzante muy parecido al azúcar pero elaborado con ¿residuos agrícolas? Te contamos todo sobre este invento 100% mexicano.

Su historia comenzó en 2009, cuando su padre, un hombre de en ese entonces 49 años, fue diagnosticado con diabetes tipo 2. Situación que lo obligó a cumplir con una tarea muy difícil para el: dejar el azúcar.

"Nunca lo logró” dice Javier entre risas, "Nunca dejó de consumir azúcar y eso fue justamente lo que me motivó a generar una opción que fuera saludable y atractiva, porque el sabor de los sustitutos que ya hay en el mercado como la sucralosa o la estevia no terminan de convencer a la gente", explicó a la BBC Mundo en 2019.

Debido a que venía de una familia tradicionalmente ‘chocolatera’ Larragoiti se le ocurrió aprovechar la carrera que comenzaría, Ingeniería Química, para buscar una alternativa para el azúcar. Primero, intentó crear una pastilla que hiciera que los alimentos supieran más dulces. "Estuve como dos años trabajando en esa idea. Al final salió antes al mercado japonés y se usa allá".

Aseguró no estar ‘enamorado’ de la solución, más si del problema debido al problema que representa en México. Se estima que existen cerca de 9 millones de diabéticos en nuestro país, por lo que Javier buscaba brindarles una alternativa.

La hermana de Javier, Yonuen, se encontraba estudiando para ser dentista y dedicó su tesis a estudiar el xilitol, producto que se obtiene del abedul. Entre las propiedades que se le atribuyen, está la de proteger los dientes contra la caries, así que la joven quería estudiar los beneficios que podía tener para los niños.

El xilitol es, sobre todo, un endulzante natural, así que la estudiante no tardó en recomendárselo a su hermano.

"Lo probamos y vimos que tenía exactamente el mismo sabor que el azúcar. Además, se veía prácticamente igual", recuerda el fundador de Xilinat.

El joven consultó a algunos profesores y decidió reemplazar el abedul por un compuesto más barato: residuos orgánicos. Por lo que recurría a la Central de Abasto de la Ciudad de México, el mayor mercado mayorista y minorista de la capital: "Usábamos una mezcla de residuos de todo lo que nos dieran: flores, fruta que se había quedado o las hojas que ellos quitaban de algunos productos para poder limpiarlos"

Pero el gremio se dio cuenta de que estaban usando su basura como materia prima así que les empezaron a cobrar más por ella. A esto se sumó la inseguridad de la zona: "Las dos últimas veces que fuimos nos quitaron el celular. Entonces, decidimos ya no participar ahí ".

Cambiaron a los mercaderes por campesinos y así fue como llegaron al residuo perfecto: el "olote", como llaman los mexicanos a lo que queda del maíz una vez que se le han sacado todos los granos.

Se lo compramos a campesinos que están en estado de pobreza, que son la mayoría, desgraciadamente. Así evitamos también que los quemen, que es lo que pasa comúnmente en todo el continente americano: desde Latinoamérica hasta Canadá y EE.UU., los campesinos normalmente incineran sus residuos para reducirlos a cenizas para que sean más fácil limpiar. Pero esta práctica genera montones de contaminantes"

El resultado de los esfuerzos de Larragoiti y un equipo formado por su excompañera de universidad, Isabela Fernández, y dos de sus profesores, Lorena Pedraza y Héctor Toribio; es un xilitol que cuesta US$2,4 el kilo, frente a los US$6 que se ha de pagar por el de abedul; según explica el joven emprendedor.

"Mi padre siempre dice que está muy orgulloso y él usa el producto a diario, y el mejor cambio es que, como esto ya le sabe a azúcar, ya no siente la necesidad de hacer trampa en la dieta"."La idea es bajarlo hasta US$1 el kilo para que su precio esté más cercano al del azúcar"

En 2017 este invento le valió a Javier ser incluido en la lista de los principales innovadores de menores de 35 años que elabora el Insitituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)

Lo que comenzó como un intento de que su padre dejara se saltarse la dieta terminó como un negocio e innovación de un producto que se consume a diario en muchos hogares mexicanos. Javier Larragoiti, el joven mexicano que desarrolló un endulzante muy parecido al azúcar pero elaborado con ¿residuos agrícolas? Te contamos todo sobre este invento 100% mexicano.

Su historia comenzó en 2009, cuando su padre, un hombre de en ese entonces 49 años, fue diagnosticado con diabetes tipo 2. Situación que lo obligó a cumplir con una tarea muy difícil para el: dejar el azúcar.

"Nunca lo logró” dice Javier entre risas, "Nunca dejó de consumir azúcar y eso fue justamente lo que me motivó a generar una opción que fuera saludable y atractiva, porque el sabor de los sustitutos que ya hay en el mercado como la sucralosa o la estevia no terminan de convencer a la gente", explicó a la BBC Mundo en 2019.

Debido a que venía de una familia tradicionalmente ‘chocolatera’ Larragoiti se le ocurrió aprovechar la carrera que comenzaría, Ingeniería Química, para buscar una alternativa para el azúcar. Primero, intentó crear una pastilla que hiciera que los alimentos supieran más dulces. "Estuve como dos años trabajando en esa idea. Al final salió antes al mercado japonés y se usa allá".

Aseguró no estar ‘enamorado’ de la solución, más si del problema debido al problema que representa en México. Se estima que existen cerca de 9 millones de diabéticos en nuestro país, por lo que Javier buscaba brindarles una alternativa.

La hermana de Javier, Yonuen, se encontraba estudiando para ser dentista y dedicó su tesis a estudiar el xilitol, producto que se obtiene del abedul. Entre las propiedades que se le atribuyen, está la de proteger los dientes contra la caries, así que la joven quería estudiar los beneficios que podía tener para los niños.

El xilitol es, sobre todo, un endulzante natural, así que la estudiante no tardó en recomendárselo a su hermano.

"Lo probamos y vimos que tenía exactamente el mismo sabor que el azúcar. Además, se veía prácticamente igual", recuerda el fundador de Xilinat.

El joven consultó a algunos profesores y decidió reemplazar el abedul por un compuesto más barato: residuos orgánicos. Por lo que recurría a la Central de Abasto de la Ciudad de México, el mayor mercado mayorista y minorista de la capital: "Usábamos una mezcla de residuos de todo lo que nos dieran: flores, fruta que se había quedado o las hojas que ellos quitaban de algunos productos para poder limpiarlos"

Pero el gremio se dio cuenta de que estaban usando su basura como materia prima así que les empezaron a cobrar más por ella. A esto se sumó la inseguridad de la zona: "Las dos últimas veces que fuimos nos quitaron el celular. Entonces, decidimos ya no participar ahí ".

Cambiaron a los mercaderes por campesinos y así fue como llegaron al residuo perfecto: el "olote", como llaman los mexicanos a lo que queda del maíz una vez que se le han sacado todos los granos.

Se lo compramos a campesinos que están en estado de pobreza, que son la mayoría, desgraciadamente. Así evitamos también que los quemen, que es lo que pasa comúnmente en todo el continente americano: desde Latinoamérica hasta Canadá y EE.UU., los campesinos normalmente incineran sus residuos para reducirlos a cenizas para que sean más fácil limpiar. Pero esta práctica genera montones de contaminantes"

El resultado de los esfuerzos de Larragoiti y un equipo formado por su excompañera de universidad, Isabela Fernández, y dos de sus profesores, Lorena Pedraza y Héctor Toribio; es un xilitol que cuesta US$2,4 el kilo, frente a los US$6 que se ha de pagar por el de abedul; según explica el joven emprendedor.

"Mi padre siempre dice que está muy orgulloso y él usa el producto a diario, y el mejor cambio es que, como esto ya le sabe a azúcar, ya no siente la necesidad de hacer trampa en la dieta"."La idea es bajarlo hasta US$1 el kilo para que su precio esté más cercano al del azúcar"

En 2017 este invento le valió a Javier ser incluido en la lista de los principales innovadores de menores de 35 años que elabora el Insitituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)

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