Torreón, Coahuila. – Ochenta años se escriben fácil, pero para nada han sido sencillos. Algodoneros del Unión Laguna en ese lapso de tiempo ha tenido que ver cómo le arrebatan títulos sobre la mesa, cómo le arrebatan jugadores para llevárselos a otros equipos. Pero también ha saboreado la gloria con un par de títulos de béisbol. Ha visto como la afición se ha mantenido fiel a pesar de la incursión de futbol. Ha sido testigo de que un corrido se puede usar para celebrar una carrera y que hacer ruido, mucho ruido, es suficiente para unir a una pasión y poner nerviosos a los rivales contrarios.
Fue un 30 de marzo que entonces la novena de la Jabonera de la Unión Laguna disputó su primera serie en el beisbol profesional de nuestro país, recibiendo en el diamante del Estadio de la Revolución a la novena de Nuevo Laredo. Aquella noche tanto autoridades locales como estatales acudieron al lanzamiento de la primera bola, para entonar bajo un unísono el popular grito de “playball”.
Las primeras dos campañas no fueron lo mejor para la organización, sin embargo para 1941 llegó un hombre de Cuba, que ya sabía lo que era ganar en LMB. Un tal Martín Dihigo que rápidamente contribuyó con su liderazgo y talento para conformar un equipo peligroso y dinámico, aprovechando a Guillermo Garibay quien, un año antes, había sido nombrado novato del año, Laureano Camacho y un tal ‘Chanquilón’ Díaz, para así ir ganando juegos y donde se pararán demostrar el poderío con el que contaban. Finalmente en la última serie ante Jalisco, Unión Laguna se proclamó campeón de Liga Mexicana de Beisbol para así proclamarse por vez primera monarcas del circuito.
Para el año siguiente a Unión Laguna le arrebataron el bicampeonato, luego de que le quitaran un juego por usar a un lanzador de manera indebida, así como también no reprogramar una doble jornada por lluvia, lo que dejó a los laguneros a medio juego de los Fantasmas Grises de Monterrey.
Después de esa campaña vinieron resultados no tan halagadores provocando que la franquicia se fuera de La Laguna y no volvería hasta 1949, en donde Guillermo Garibay tomaría las riendas del equipo y para 1950 con una buena base de jugadores logró regresar la identidad beisbolera a la región y más importante aún, el título de Liga Mexicana de Beisbol regresaba a Torreón, luego de que en el sexto juego de la serie los laguneros doblegaran a los Charros de Jalisco y así levantar el segundo campeonato en la historia de la franquicia.
Pero tal y como si fuera un guion, la historia se repitió y el equipo volvió a emigrar lejos de la Comarca, para, en esta ocasión, demorar un poco más en regresar, pues sería una espera de 17 años la que la afición beisbolera de la Comarca lagunera tuvo que pasar sin un equipo profesional de beisbol.
Para 1970 la pelota regresaba a La Laguna. En está ocasión la casa no sería el Estadio de la Revolución, sino al Estadio Rosa Laguna con sede en Gómez Palacio, en donde el equipo lograría buenos resultados y en 1974 logró de nueva cuenta jugar por el título, sin embargo, en esa ocasión Diablos Rojos del México fue superior y doblegó por barrida a la novena lagunera.
De la mano de jugadores como Antonio Pollorena, quien venía desde 1975 de ganar 20 o más juegos como lanzador y logrando un gran número de juegos completos, volvieron una vez más a jugar la gran final de la Liga Mexicana, enfrentando de nueva cuenta a los Diablos Rojos del México en 1976, para en esta ocasión dar, de nueva cuenta, ahora en una trepidante serie de seis juegos.
Pero la década de los años 1970, fue sin duda una época dorada en el beisbol guinda, pues para 1978 de nueva cuenta llegarían a la serie final por el campeonato de la LMB, en lo que sería la tercera ocasión en menos de cinco años, sin embargo, en esta ocasión sería la novena de los Rieleros de Aguascalientes quienes cortarían las aspiraciones laguneras al vencerlos en cinco encuentros, finalmente en 1981 los míticos Diablos Blancos, emigrarían de nueva cuenta de la ciudad, ahora para instalarse en Monclova.
Cuatro años más tarde la pelota profesional regresaría a Torreón, está vez fue el año de 1985 cuando la franquicia de Ciudad Juárez se mudaba a La Laguna, para de esta manera en 1990 enfrentar el duelo final una vez más en donde desafortunadamente caerían ante los Bravos de León en una final de cinco juegos, siendo está la última final que los colores guindas han disputado.
Para el 2003, llegó un cambio de propietarios y con ellos de nombre y colores, pasando de Algodoneros del Unión Laguna a Vaqueros Laguna, una etapa en donde pasaron grandes jugadores, siendo el de la temporada 2009 el más recordado, pues se llegó hasta la final de zona norte, eliminando en primera ronda a los Diablos Rojos del México en un serie de alarido de siete juegos, que se tuvo que finiquitar en el Foro Sol, pero ya en la disputa por la zona, Saltillo doblego a los laguneros por cuatro juegos a cero.
Desde fecha para acá, el equipo ha logrado instalarse en dos ocasiones en playoff sin resultados trascendentes, así como ha experimentado de nueva cuenta recurrentes cambios de dueños, pues por todos es recordado los que los empresarios Arellano hicieron con el equipo, al grado de desmantelarlo para volver a los leones de Yucatán campeones del circuito.
Pero hoy bajo la sociedad conformada por Guillermo Murra y los hermanos Orozco, buscan darle un nuevo aire a la pelota lagunera y regresar a los primeros planos al equipo de Algodoneros del Unión Laguna, con un 2020 encaminado a reforzar todo los departamentos para lograr de nueva cuenta instalarse en la fiesta de los playoffs y darle a la afición lagunera una nueva alegría y más importante aún, hacer olvidar la recientes campañas, que además de ser malas, han roto con las ilusiones de la fanaticada.
De esta manera una franquicia en donde han caminado leyendas como el mítico cubano Martín Dihgo, Jesús ‘Chanquilón’ Díaz, Guillermo Garibay, Moisés Camacho, Leonardo Rodríguez, Héctor Espino, Antonio Pollorena, Lauro Cervantes, Ramón De los Santos, Fernando Tatis, Cornelio García Francisco Maytorena cumple este lunes 30 de marzo, 80 años de dar alegrías y sin sabores a la afición lagunera.
