/ viernes 9 de febrero de 2024

Un encuentro con José Saramago, una manera de honrar su memoria

José Saramago, (1922-2010) famoso literato portugués, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1998, por su obra, Ensayo sobre la lucidez. Sus libros se caracterizan por el realismo mágico. Su obra está considerada como una de las más importantes de la literatura contemporánea. El pequeño texto, para honrar la memoria, José Saramago. En sus lectores, es un tributo a Don José. Esfuerzo coordinado por Marcela González, directora editorial de Alfaguara y Ramón Córdoba, editor ejecutivo del Grupo Santillana. Inician la presentación de la antología con el siguiente retrato de Saramago: “Don José fue un hombre honesto, un hombre grande, un hombre bueno; un ejemplo de integridad en un mundo que requiere de valores”. Luego le dan voz a los lectores y colegas que participaron en la antología.

Empiezan con Claudio Magris, escritor italiano, traductor y profesor de la Universidad de Trieste, doctorado en filología germánica, nos narra lo que para él significa su acercamiento con Saramago: “El encuentro con José Saramago —con su obra, naturalmente, pero también y sobre todo con su persona— es uno de los regalos más grandes que la vida me ha dado”. Luego continúa con más colegas, lectoras y lectores de Saramago. Para Ángeles Mastretta, escritora y periodista mexicana, creadora de personajes femeninos sugerentes, “... leerlo consuela y ayuda a seguir vivos. Porque suena bendito, como el mar...”. La escritora y periodista colombiana, muy conocida por su novela el Delirio, Laura Restrepo, se manifiesta en los siguientes términos: “Quizá el principal atributo de la novela —de la buena novela— radica en que da indicios y revela claves sobre quiénes somos nosotros, los seres humanos, qué significado tiene lo que hacemos, para qué hemos venido a esta tierra. Las novelas de Saramago llegan tan hondo y estremecen de tal manera, de dónde tanta intensidad, tan dolorosa belleza, y la mejor respuesta que encuentro, sigue siendo la misma: porque la verdad de su prosa y la resonancia de su poesía propician el regreso a casa, a la casa del hombre, de la mujer, a ese lugar donde por fin somos quienes somos, donde logramos acercarnos los unos a los otros y descubrimos el rincón que nos corresponde en la historia colectiva, porque el regreso es también, como en Las pequeñas memorias, a “ese hogar supremo, el más íntimo y profundo, la pobrísima morada de los abuelos manteros”.

El director, productor y guionista de cine brasileño, Fernando Meirelles nos dice: “Lo que primero me impresionó fue el tema de la fragilidad de la civilización: nos consideramos fuertes y de repente pasa algo y todo se derrumba. Después, trabajando en el guion, me di cuenta de que en la novela hay muchos niveles”. Ignacio Padilla nos recuerda que “hay libros que nos aguardan, pacientes y a veces resignados, en algún rincón del gran cuento que venimos escribiendo los hombres, todos los hombres, desde que tenemos memoria”.

Sealtiel Alatriste, escritor, narrador, diplomático y promotor cultural mexicano, dice que “cuando José Saramago perdió su empleo como periodista, se planteó a qué se iba a dedicar en adelante. Sabía escribir, era un analista de prestigio, había escrito varios poemas y quizá una novela de juventud. ¿Por qué no convertirse en narrador de su imaginación en vez de reportar la realidad? ¿por qué no escribir una novela? Así nació Manual de pintura y caligrafía, una de las narraciones más interesantes de José, en donde describe el conflicto del artista de oficio, aquel que está acostumbrado a cumplir con el deseo contradictorio de dar vida a una obra de arte. Entre agradar, satisfacer y satisfacerse transita el deseo del creador”. Y así desarrolló su oficio de novelista.

Finalmente, una cita de don José en relación con la actitud y porqué es obligado el tener cuidado con los libros: “Un libro es casi un objeto. Porque si es verdad que es algo voluminoso, que se puede tocar, abrir, cerrar, colocar en un estante, mirar e incluso oler (¿quién no ha aspirado alguna vez el aroma de la tinta y el papel ya fundidos en una página?), también es verdad que un libro es más que eso, porque dentro lleva, nada más y nada menos, la persona que es el autor. De ahí que sea necesario tener mucho cuidado con los libros, enfrentarse a ellos dispuestos a dialogar, a entender y a tratar de contarles lo que nosotros mismos somos”.

jshv0851@gmail.com

José Saramago, (1922-2010) famoso literato portugués, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1998, por su obra, Ensayo sobre la lucidez. Sus libros se caracterizan por el realismo mágico. Su obra está considerada como una de las más importantes de la literatura contemporánea. El pequeño texto, para honrar la memoria, José Saramago. En sus lectores, es un tributo a Don José. Esfuerzo coordinado por Marcela González, directora editorial de Alfaguara y Ramón Córdoba, editor ejecutivo del Grupo Santillana. Inician la presentación de la antología con el siguiente retrato de Saramago: “Don José fue un hombre honesto, un hombre grande, un hombre bueno; un ejemplo de integridad en un mundo que requiere de valores”. Luego le dan voz a los lectores y colegas que participaron en la antología.

Empiezan con Claudio Magris, escritor italiano, traductor y profesor de la Universidad de Trieste, doctorado en filología germánica, nos narra lo que para él significa su acercamiento con Saramago: “El encuentro con José Saramago —con su obra, naturalmente, pero también y sobre todo con su persona— es uno de los regalos más grandes que la vida me ha dado”. Luego continúa con más colegas, lectoras y lectores de Saramago. Para Ángeles Mastretta, escritora y periodista mexicana, creadora de personajes femeninos sugerentes, “... leerlo consuela y ayuda a seguir vivos. Porque suena bendito, como el mar...”. La escritora y periodista colombiana, muy conocida por su novela el Delirio, Laura Restrepo, se manifiesta en los siguientes términos: “Quizá el principal atributo de la novela —de la buena novela— radica en que da indicios y revela claves sobre quiénes somos nosotros, los seres humanos, qué significado tiene lo que hacemos, para qué hemos venido a esta tierra. Las novelas de Saramago llegan tan hondo y estremecen de tal manera, de dónde tanta intensidad, tan dolorosa belleza, y la mejor respuesta que encuentro, sigue siendo la misma: porque la verdad de su prosa y la resonancia de su poesía propician el regreso a casa, a la casa del hombre, de la mujer, a ese lugar donde por fin somos quienes somos, donde logramos acercarnos los unos a los otros y descubrimos el rincón que nos corresponde en la historia colectiva, porque el regreso es también, como en Las pequeñas memorias, a “ese hogar supremo, el más íntimo y profundo, la pobrísima morada de los abuelos manteros”.

El director, productor y guionista de cine brasileño, Fernando Meirelles nos dice: “Lo que primero me impresionó fue el tema de la fragilidad de la civilización: nos consideramos fuertes y de repente pasa algo y todo se derrumba. Después, trabajando en el guion, me di cuenta de que en la novela hay muchos niveles”. Ignacio Padilla nos recuerda que “hay libros que nos aguardan, pacientes y a veces resignados, en algún rincón del gran cuento que venimos escribiendo los hombres, todos los hombres, desde que tenemos memoria”.

Sealtiel Alatriste, escritor, narrador, diplomático y promotor cultural mexicano, dice que “cuando José Saramago perdió su empleo como periodista, se planteó a qué se iba a dedicar en adelante. Sabía escribir, era un analista de prestigio, había escrito varios poemas y quizá una novela de juventud. ¿Por qué no convertirse en narrador de su imaginación en vez de reportar la realidad? ¿por qué no escribir una novela? Así nació Manual de pintura y caligrafía, una de las narraciones más interesantes de José, en donde describe el conflicto del artista de oficio, aquel que está acostumbrado a cumplir con el deseo contradictorio de dar vida a una obra de arte. Entre agradar, satisfacer y satisfacerse transita el deseo del creador”. Y así desarrolló su oficio de novelista.

Finalmente, una cita de don José en relación con la actitud y porqué es obligado el tener cuidado con los libros: “Un libro es casi un objeto. Porque si es verdad que es algo voluminoso, que se puede tocar, abrir, cerrar, colocar en un estante, mirar e incluso oler (¿quién no ha aspirado alguna vez el aroma de la tinta y el papel ya fundidos en una página?), también es verdad que un libro es más que eso, porque dentro lleva, nada más y nada menos, la persona que es el autor. De ahí que sea necesario tener mucho cuidado con los libros, enfrentarse a ellos dispuestos a dialogar, a entender y a tratar de contarles lo que nosotros mismos somos”.

jshv0851@gmail.com