Esta vez no hubo portazo como hace 14 años cuando Café Tacvba tocó en la Alhóndiga de Granaditas. En punto de las ocho de la noche, los acordes de María daban inicio a la velada que los originarios de Ciudad Satélite prepararon especialmente para sus fans con motivo del aniversario número 50 del Festival Internacional Cervantino.
Desde una hora antes del concierto, los cinco mil lugares que habían sido asignados para este concierto -mil 450 que fueron con boleto pagado y tres mil 500 gratuitos con previa reservación-, fueron ocupados por fans que se dieron cita desde diferentes partes del país.
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El set de Café Tacvba para esta velada fue dividido en tres tiempos: el primero fue acústico, en donde Diente de León, Trópico de Cáncer, El Metro, Bar Tacuba, Las Flores y Chica Banda fueron las rolas encargadas de ir calentando el ambiente en la Alhóndiga de Granaditas, y que para muchos les recordaron sus épocas estudiantiles.
“Qué alegría para nosotros estar en este escenario, que es ya un clásico”, dijo Rubén Albarrán, quien momentos antes, durante el soundcheck, dijo que Guanajuato había jugado un papel importante en la construcción y reconstrucción de la banda.
En el segundo set de la noche, Café Tacvba lo siguió con la compañía de la agrupación oaxaqueña Los Bronces, con quienes interpretaron La Muerte Chiquita, Olita de Altamar y Futuro.
El set estelar llegó cuando la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato hizo su aparición en el escenario de la Alhóndiga de Granaditas.
“Ahora les presentamos a la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato. Roberto Beltrán, muchas gracias”, dijo Rubén Albarrán en el micrófono y luego fue secundado por el coro de “UG, UG, UG” que gritó el público asistente.
Los acordes de El Aparato hicieron parar a los que estaban sentados, bailar a los que estaban parados y gritar a los que estaban esperando el momento de hacerlo.
“Esto ya se prendió, vamos a darle, no lo dejen caer”, expresó Ruben Albarrán y luego siguió en la lista La Locomotora, de su disco que se ha vuelto de culto, el Reves/Soy, por lo escaso de éste en el mercado.
La evocación a José Emilio Pacheco llegó con la rola Las Batallas y que hizo que quienes estaban dentro y fuera de este recinto se fusionaran en un sola voz.
El éxtasis, aderezado con el desmadre que para entonces ya había en el ambiente, aumentó cuando Rarotonga sonó más fuerte, incluso que las anteriores canciones, y aunque no fue martes, pero las, les y los asistentes la hicieron suya, como dice la letra de este clásico de su primer disco de 1992.
Esa noche, Medio Día, El Forastero y Chilanga Banda, esta última del tamaulipeco más chilango Jaime López, siguieron en el set y para entonces Café Tacvba ya se había apoderado de la noche. Estaban sacando sus mejores rolas y no se estaban guardando nada.
Volver a empezar y El Puñal y el Corazón fueron las rolas previas antes de que Café Tacvba amagara con irse del escenario, y aunque lo hicieron por unos minutos, pero sólo fue para tomar un respiro y regresar con El Espacio y De este lado del camino.
El concierto llegaba a su fin y Café Tacvba reservó para entonces Volcán y Aviéntame, dos rolas que a más de uno le caló hondo, pues ambas fueron cantadas a una sola voz en la Alhóndiga de Granaditas.
“La canción del karaoke”, como le llamaron los Tacvbos a Eres, fue la más grabada con los cinco mil celulares que había dentro de la Alhóndiga.
Quiero ver y El Baile y el Salón eran las rolas que significaban el final del concierto de Café Tacvba, 14 años después de la que hasta entonces era su última presentación en el Festival Internacional Cervantino.
Café Tacvba regresó para complacer a sus fans y sonaron los acordes de Ojalá que llueva café, con la que concluían su presentación y donde amenazaron con volver pronto a este escenario que los ha visto crecer en sus 33 años de trayectoria artística.
Nota publicada en El Sol de León