De manera convencional, las sirenas son unos seres atractivos y bellos, esto a raíz de su representación en obras como las de Disney. Por otro lado, en Japón, la imagen es distinta además de que aseguran tener el fósil de una en uno de sus templos. Te presentamos la historia detrás de la sirena de Ryūgū-jō.
Esta son llamadas Ningyo, según escribe Wu Mngren en Ancient Origins, y son criaturas parecidas a los peces con distintas variaciones, a menudo se dice que tienen dientes puntiagudos y en ocasiones hasta cuernos amenazantes, además de habilidades místicas. Actualmente, los supuestos ‘huesos’ de un ningyo son expuestos en una exhibición en el templo de Ryuguji en Fukuoka.
Cuenta la leyenda que en abril del año 1222, una sirena llegó a la orilla de la bahía de Hakata. Después un chamán declaró que la sirena era un buen augurio para la nación, por lo que sus huesos fueron enterrados en el templo de Ukimido, al que la gente llamó Ryūgū-jō, lugar que en el folclore japonés se traduce como el Palacio submarino del Dios Dragón.
Muchas personas creen que los pescadores y marineros japoneses percibían como sirenas, o ningyo, a los dugongos, una especie de mamíferos marinos, parecida a un manatí, que viven en las cálidas aguas costeras.
¿Qué son los huesos?
Es posible que los huesos en el templo de Ryuguji provengan de una marsopa sin aleta, ya que estas nadas frente a la costa de Japón, y en el área de la prefectura de Fukuoka; tal vez uno llegó a la costa en 1222 y los lugareños lo confundieron con una sirena.
Entre los años 1772 y 1781, correspondientes al período Edo, los huesos de la sirena del templo fueron retirados de su lugar de descanso, y los visitantes del templo pudieron participar del agua en la que se habían empapado los huesos de la sirena. En ese momento, la gente afirmaba que sumergirse en los huesos podría proteger a los bañistas de las epidemias.
A día de hoy permanecen seis huesos en lo que ahora se conoce oficialmente como Templo Ryuguji. Estos pueden ser vistos con una cita previa, y según cuentan, parecen suaves y brillantes, apariencia lograda por siglos de manipulación.
Cuando se le preguntó si los huesos son en realidad de una sirena, Yoshihito Wakai, el subdirector del Acuario Toba, objetó. Él le dice a Sadamatsu: “No puedo decir nada definitivamente. Creo que es mejor mantener una leyenda como leyenda”.