La Casa Morisca, y todo el patrimonio de La Alhambra, representan parte importante de la identidad de la región lagunera. Nacido de la mente de un agricultor de origen hispano, pero lagunero por decisión, Fernando Rodríguez Rincón, la Casa Morisca fue en su momento una de las edificaciones más notables en la ciudad, ¿qué le sucedió?
El Museo Arocena, hace un par de años, realizó una exposición que buscaba revalorizar la arquitectura de la región. Bajo el título de “Recuerdo de la Alhambra, Arquitectura orientalista en Torreón”, el museo abordó las estructuras de la región con inspiración de oriente con una investigación realizada por Carlos Castañón, cronista de la ciudad.
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La destrucción de la Casa Morisca: historia
Fue en 1930, cuando un agricultor de origen hispano, pero lagunero por voluntad, Fernando Rodríguez Rincón, edificó una de las casas más notables de Torreón. Ubicada en el cruce de la calzada Colón y avenida Abasolo, Fernando buscó hacer una alegoría del mudéjar que tanto admiró durante su niñez y juventud. La magnitud de la obra y lo especial del sueño no se podían dejar a cualquiera y para eso contrató al maestro Cesáreo Lumbreras Sena, uno de los constructores más importantes durante los inicios de Torreón como ciudad.
Rodríguez entregó a Lumbreras diversos libros de arquitectura mudéjar, para que este pudiera basarse en los modelos. Durante días, el constructor estudió las formas, detalles y estilo, de donde surgió un diseño innovador. Lumbreras no era un arquitecto de carrera, pero en la práctica se desempeñaba como uno. Junto a un hojalatero, realizó los moldes para los profusos ornamentos de la casa.
Ya una vez construida, la Casa Morisca se volvió un símbolo de la ciudad. Incluso las postales de Torreón, durante los años 40 y 50, incluían en su catálogo a la casa, cuyo estilo terminó por ser una interpretación moderna del mudéjar. Aunque de esta época solo quedan recuerdos, pues hace más de 4 décadas, la Casa Morisca desapareció.
Durante la década de 1970, la “Casa Alhambra” como se le terminó conociendo popularmente, se retomó como un restaurante con el mismo nombre. En aquel entonces, los visitantes pudieron ingresar al hogar y maravillarse con los numerosos y dedicados detalles que lo adornaban, como los pisos de mosaico, tramas repetitivas en las paredes e incluso los techos ornamentados.
A finales de la década, se intentó crear un instituto de cultura en el inmueble, pero los recursos no fueron suficientes. Cuando esto pasó, la casa fue adquirida por otro particular, quien tuvo como finalidad obtener el terreno comercial y no una casa. Un día, el nuevo dueño decidió destruirla para ahí levantar una nueva construcción. En 1981, y pese a la indignación y protesta de ciudadanos, la Casa Morisca fue destruida.
Hoy en día, la Casa Morisca es solo un recuerdo. Uno que persiste en la mente de muchos laguneros, con algunos testigos gráficos que sobreviven, pero que mantienen con vida a una época distinta. Una época que parece ir poco a poco desapareciendo junto a sus estructuras que siguen de pie, pero en el completo olvido.
Y tú, ¿te acuerdas de la Casa Morisca? Cuéntanos.