La atleta neozelandesa Laurel Hubbard se ha convertido en la primera atleta transgénero que competirá en unos Juegos Olímpicos y lo hará en la disciplina de halterofilia en Tokio, Japón.
Fueron los oficiales quienes seleccionaron como la mujer indicada para representar al país de Oceanía en la categoría de 87 kilogramos. Esto es posible gracias a que el Comité Olímpico Internacional (COI) modificó su reglamento en 2015 y permite la participación de mujeres transgénero siempre y cuando sus niveles de testosterona estén por debajo de cierto nivel.
Fue en el 2013 que Laurel Hubbard se dijo abiertamente una mujer transexual; esto pues anteriormente era un hombre cisgénero que incluso había participado en algunos eventos masculinos.
El Comité Olímpico de Nueva Zelanda respalda su inclusión en las siguientes Olimpiadas, aunque reconoció que el tema de la identidad de género en el deporte “es un tema muy delicado y complejo que requiere un equilibrio entre los derechos humanos y la equidad en el campo de juego”.
Lo anterior lo declararon ante las críticas que apuntan a que existen “claras” ventajas biológicas de los hombres cisgénero que han pasado por la pubertad, pues más allá de la testosterona, ven un aumento en la densidad ósea y muscular por encima de las mujeres cisgénero.
Incluso, hace tan solo un mes, Anna Vanbellinghen, seleccionada belga de la misma disciplina y categoría que Laurel Hubbard, declaró que si esta última participara en Tokio sería una “broma de mal gusto”, puesto que si bien está a favor de la inclusión, esta “no debería ser a expensas de los demás”.
En su categoría, Laurel Hubbard es una de las atletas mejor clasificadas del mundo. Por ello, su participación no ha estado exenta de polémicas como su medalla de oro en los Juegos del Pacífico en Samoa 2019 o los Juegos de la Mancomunidad en Australia 2018, donde buscaron excluirla pero finalmente no se presentó por una lesión.