La educación encierra un tesoro para el desarrollo de los seres humanos y la sociedad, a través de la cual se transmiten conocimientos, valores éticos y morales, que hoy en día son considerados como un valioso tesoro heredado de nuestros antepasados y cada vez es más complicado transmitirlos.
Para descubrir, fomentar y fortalecer ese divino tesoro, la familia y las instituciones educativas juegan un papel fundamental, pues ellas motivan la convivencia y enseñan a vivir con nuestro entorno de manera consciente y amigable.
La educación nos permite escarbar en ese profundo territorio del saber, de la cultura, de la creatividad, del pensamiento crítico y de la comunicación con los otros para vivir en dignidad y desarrollar capacidades profesionales y personales a través de la formación, porque recordemos que la escuela refuerza los valores que se han enseñado en casa, pero su principal función es la formación académica, aunque ello implique más aspectos positivos para el estudiante, como la relación con otros, la pedagogía, las dinámicas, el humanismo, la educación integral, las emociones, la adquisición de conocimientos, el descubrimiento de habilidades y los principios morales. De ahí la importancia de que las escuelas y los padres de familia trabajen en conjunto con el estudiante y su comunidad.
La educación nos guía hacia el diálogo, la empatía y el entendimiento armónico. Con ello se busca disminuir la reprobación y la deserción escolar, utilizando una educación formal y no formal en un contexto de continua capacitación y enriquecimiento reflexivo, motivando la investigación, la igualdad de oportunidades, considerando diferentes maneras de llevar a cabo el proceso de enseñanza aprendizaje. Es primordial darles a nuestros alumnos las herramientas necesarias para que puedan potenciar su formación académica y sean personas de bien.
La educación es parte primordial en nuestras vidas, desde la formación inicial se fortalece el carácter y la personalidad de los niños, se construyen cimientos, actitudes y aptitudes. Con estas atribuciones, cuando crezca, podrá llevar a cabo su función social en el mundo laboral y en su participación en la vida pública.
La educación es un divino tesoro ya que constituye una herramienta fundamental para que la sociedad pueda crecer y fortalecer los ideales de paz, libertad y justicia social entre los individuos, grupos y países. Ayuda a reducir las brechas de desigualdades, la exclusión social y las expresiones culturales.
En estos momentos necesitamos líderes con sentido humano, que vean por las necesidades sociales y se esfuercen por construir un mundo más justo para todos, por eso es que en la escuela de hoy se contempla la inclusión e integración de todos los individuos sin menospreciar a nadie, el lema actual es “que nadie se quede atrás”, porque lo que pasa en una institución educativa, es una replica a escala de lo que sucede en un país.
El sistema educativo tiene la obligación de capacitar a los actores de la educación para que estos participen activamente en los proyectos de la sociedad en este mundo globalizado en donde la revolución tecnológica ha penetrado en todas sus esferas. La educación representa un lugar cada vez mayor en la vida de las personas.
Recordemos que la educación es universal, y la familia es la primera escuela de los niños. El siglo XXI requiere de diversos talentos y personalidades resilientes, por ello, habrá que ofrecer a niños y jóvenes todas las oportunidades posibles de innovación, creatividad e investigación.